Llegar al centro de la Tierra y sobrevivir es imposible. La temperatura aproximada en el centro es de 5.000 ºC (tan caliente como la superficie del Sol) y mataría instantáneamente a cualquiera. También hay que considerar la presión, que supera tres millones de veces la de la superficie terrestre y te aplastaría. Pero dejémonos de detalles. En el centro de la Tierra la física se vuelve interesante.
La comprensión de la gravedad, la fuerza de atracción entre objetos, resulta clave para comprender lo que se va a convertir en una situación extraña. La fuerza de la atracción gravitacional se determina por la masa de un objeto y por lo cerca que se encuentra de otro (cuanta mayor masa y mayor proximidad mayor será la fuerza). La única gravedad que somos capaces de percibir procede de la masa de la Tierra, responsable de que sintamos que tira de nosotros hacia ella.
En el centro de la Tierra la situación varía. Como el planeta es prácticamente esférico, las fuerzas gravitacionales de toda la masa circundante interactúan entre ellas. Según Geza Gyuk, director de astronomía en el Adler Planetarium de Chicago, «fuerzas iguales tirarían en todas direcciones y se produciría ingravidez».
Pero, ¿qué ocurriría si uno tratase de salir del centro subiendo una gran escalera que llegase hasta Los Ángeles? (para simplificarlo estableceremos que la Tierra tiene una densidad uniforme, lo cual es falso, pero no afecta al principio que nos ocupa). En el centro del planeta la gravedad de la masa situada bajo nuestros pies, que llega hasta el Océano Índico, nos «empujará» hacia abajo mientras que la masa situada sobre la cabeza nos «empujará» hacia arriba, hacia Los Ángeles. Tras haber subido varios peldaños la fuerza total que nos empuja hacia el Índico continuará resultando prácticamente cero. Predominará la sensación de ingravidez. Pero a medida que subamos habrá cada vez menos masa por encima y más por debajo. El tirón hacia el centro de la Tierra será cada vez más fuerte, hasta que nos encontremos sobre la superficie terrestre, contemplando el letrero de Hollywood y sintiéndonos pesados de nuevo.
Redacción QUO