Además de sus característicos tres cuernos, los Triceratops tenían una peculiaridad desconocida hasta ahora: unos dientes de categoría, que casi alcanzaban la complejidad de los de los mamíferos y hacían desmerecer a los de cualquier otro reptil.
Un equipo con Brandon Krick y Gregory Erickson ya había demostrado lo refinado de la dentición en otros dinos herbívoros dominantes. Sospecharon que esa complejidad podría repetirse en los Triceratops, y tras estudiar piezas procedentes de varios museos, han hallado que, efectivamente, su dentición constaba de cinco tejidos distintos con diversas resistencias al desgaste. Según publicaron en Science Advances, la forma de los dientes podía irse adaptando así a los alimentos disponibles en su entorno. Esa capacidad les habría permitido triunfar en ambientes muy distintos, acomodarse a sus diversas dietas y alcanzar una posición dominante entre los dinosaurios herbívoros.
Redacción QUO