Una de las técnicas de interrogatorio más extendidas a lo largo de la historia ha sido la de privar de sueño al reo para que el cansancio le haga confesar la verdad. Pero una reciente investigación realizada por la Universidad de Michigan demuestra que las confesiones realizadas en tal estado son cualquier cosa menos fiables.
Los investigadores utilizaron para su experimento a ochenta estudiantes universitarios. Antes de la prueba, en la que se simulaba someterles a un interrogatorio ficticio, la mitad de los participantes durmió durante 8 horas en el laboratorio, mientras que el resto se mantuvo despierto durante toda la noche. Por la mañana, durante el falso interrogatorio, a todos los sujetos se les pidió que firmaran una declaración falsa para poner así fin a aquella sesión. Y el resultado fue que el 55% de los que no habían dormido la firmaron, frente a solo el 18% del otro grupo.
«Esta es la primera evidencia directa de que la falta del sueño aumenta la probabilidad de confesar algo que nunca ocurrió», afirma Kimberly M. Fenn, autora principal del estudio. «El hallazgo cuestiona el uso de dicha privación en el interrogatorio de sospechosos tanto inocentes como culpables. Una confesión falsa de culpabilidad puede tener consecuencias desastrosas en el sistema legal», concluyen la investigadora.
Redacción QUO