El repertorio de bacterias que habitan en el intestino de las embarazadas se modifica considerablemente entre el primer y el tercer trimestre. Según un estudio publicado en la revista Cell, el conjunto se vuelve menos variado, pero algunos tipos determinados de bacterias aumentan mucho su número de individuos. La composición resultante se asemeja a la que presentan las personas aquejadas de síndrome metabólico, una afección que puede llevar a la obesidad o a la diabetes tipo 2.
Del mismo modo, tanto las mujeres encintas como este último grupo presentan síntomas similares: aumento de peso, resistencia a la insulina, altos niveles de glucosa en sangre e inflamación intestinal. El grupo internacional que ha llevado a cabo la investigación considera que el efecto de las bacterias provoca esos cambios en el metabolismo. En las embarazadas resultan beneficiosos, porque contribuyen a nutrir mejor al feto y preparar el cuerpo para la lactancia, pero causan enfermedad en las demás personas.
Para llegar a esas conclusiones, el primer autor del estudio, Omry Koren, y sus colegas analizaron las heces de 91 mujeres finlandesas. Los microbios contenidos en todas ellas fueron experimentando cambios similares a lo largo del embarazo, con independencia del estado de salud o la dieta de cada mujer. Tras el nacimiento, la microbiota de sus hijos se parecía más a la que presentaban las madres en el primer trimestre de gestación.
Los investigadores consideran que este estudio puede aportar una interesante vía de investigación sobre la relación entre los microorganismos y el ser que los aloja. Según declaraba la autora senior del estudio, Ruth Ley, a Nature: “el cuerpo podría estar utilizándolos como herramientas”. En el caso del embarazo, se serviría de ellos para conseguir un metabolismo adaptado al reto de gestar, parir y dar alimento a un bebé.
Pilar Gil Villar