Es cierto. Lo han descubierto hace pocos años, y aún no saben cómo lo hacen. Se supo a través de las langostas espinosas caribeñas (Panulirus argus), que son especialmente sociables pero que, inesperadamente, rechazaban la relación con algunos especímenes en concreto.
Al analizar las langostas repudiadas (y sus guaridas, que, en otras circunstancias, también compartirían), se dieron cuenta de que eran portadoras del virus PaV1. Lo bueno es que este mecanismo frena la expansión de epidemias.
Redacción QUO