Por ejemplo, el llamado «efecto Ray Charles» (el músico ciego ya fallecido) consiste en mejorar su sentido del oído a base de aprovechar las sinápisis (comunicación entre células) que no se utilizan para procesar la vista.
Bien, pues ahora una investigación publicada por la revista Neuron ha determinado que la oscuridad puede ser un buen tratamiento contra la pérdida de audición, cuando ésta está provocada por causas neuronales. Los investigadores de las universidades de Maryland y Johns Hopkins (en EEUU ambas) lo han comprobado dejando a varios ratones sin luz durante una semana.
En ese período, las redes neuronales entre la corteza auditiva (encargada de procesar el sonido) y el tálamo (encargado de los sentidos, excepto el olfato) se refonzaban e incrementaban. Para Patrick Kanold, uno de los autores de la investigación, «esto revela que hay cierta conexión entre unos sentidos y otros» y que «privándonos de la vista temporalmente un cerebro adulto puede lograr las adaptaciones necesarias para que la audición mejore».
El detalle de que se haya logrado en ratones adultos es importante, porque se supone que su cerebro menos adaptable que el de un individuo joven. Según explica Kanold, «hay un llamado período crítico en el que los niños aprenden a reconocer y responder a los sonidos más habituales que les rodean» pero después, digamos, admiten pocos tipos más. Pero ahora parece que no sería tan difícil reeducar el oído.
La investigación habla de que, por ejemplo, a los no nativos les cuesta mucho reconocer y pronunciar (y aprender) ciertos tonos del chino mandarín porque no los incluyeron tempranamente en su catálogo de sonidos familiares.
Redacción QUO