Hasta la fecha, se creía que un tipo de neuronas conocidas como proopiomelanocortinas (POMC) eran las responsables de que nos sintiésemos saciados después de comer. Pero un experimento realizado con marihuana realizado por investigadores de la Universidad de Yale y cuyos resultados se publicaron en la revista Nature, ha demostrado que las cosas no son tan sencillas como se pensaba.
Los consumidores habituales de cannabis ya eran conscientes de que el consumo de esta sustancia tenía entre sus frecuentes efectos secundarios provocar el apetito. Y lo que los investigadores acaban de descubrir es que esa sensación se debe curiosamente a la acción de las POMC, precisamente las mismas neuronas que deberías provocar el efecto contrario, el de disminuir el apetito.
Los autores del estudio han podido comprobar que el consumo de cannabis afecta al funcionamiento normal de esas neuronas haciendo que liberen orexigénicos, una sustancia química que actúa estimulando el apetito. Conocer este inesperado mecanismo podría ser útil para tratar trastornos de la conducta alimentaria.
Redacción QUO