Por primera vez en mil años, este fin de semana, se volvieron a escuchar las melodías de Canción de Consolación, una pieza del medioevo, inspirada en Consolación de Filosofía de Boecio, que se creía perdida.
La recuperación fue posible en gran parte gracias al empeño de un investigador de Cambridge, Sam Barret y a un experto en música de la Edad Media, Benjamin Bagby.
La obra fue reconstruida a partir de neumas, un sistema de notificaciones musicales de la época. Entre los siglos IX y XIII la mayoría de las canciones se registraban con neumas, desde pasajes clásicos de Horacio y Virgilio o autores más recientes com el propio Boecio hasta canciones de amor.
Sin embargo, la tarea de ejecutar este tipo de obras en la actualidad no es tan sencilla como leer partituras actuales. Mil años atrás la música registraba la melodía, pero no las notas. Los músicos se apoyaban en tradiciones orales y en la memoria colectiva para ejecutarlas. Pero esta tradición se extinguió en el siglo XII y desde entonces se pensó que sería imposible recuperarlas.
Pero al igual que ocurrió con la piedra de Rosetta, que permitió comprender los jeroglíficos egipcios, había una pieza perdida en este puzzle musical: una hoja que “accidentalmente” un investigador alemán había extraído en los años 1840 de un manuscrito de Boecio. Dicha hoja fue recuperada, esta vez sí de modo accidental, por la historiadora Margaret Gibson en 1982, en una visita a la Universidad de Frankfurt. Allí en la biblioteca, se encontraba la pieza que faltaba y Gibson se la entregó a Garret.
A partir de ese momento fue un trabajo constante y meticuloso de Garret junto a Bagby, uno de los fundadores del grupo Sequentia y director del Proyecto Canciones Perdidas (Lost Songs Project), que sería responsable de recuperar repertorios como Beowulf o Carmina Burana.
A continuación la famosa pieza.

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Juan Scaliter