El sistema visual humano es tricromático: en la retina, el órgano sensible a la luz, hay tres clases de fotorreceptores (conos) sintonizados preferentemente a tres bandas diferentes del espectro visible: el rojo, el azul y el verde. Pero “somos particularmente eficientes en distinguir el rojo del verde – explica Raffaella Rumiati, neurocientífica de la Escuela Internacional de Estudios Avanzados (SISSA) – y en lo que a alimentación respecta, es el color de los alimentos lo que nos guía, y nuestros experimentos muestran cómo”.
El experimento al que se refiere Rumiatti, publicado en Scientific Reports, indica que la vista es el sentido principal a la hora de orientarnos en las elecciones dietéticas, de hecho, para evaluar la ingesta de calorías, nos basamos en un código de color. “Según algunas teorías, nuestro sistema visual evolucionó para identificar fácilmente bayas, frutas y verduras particularmente nutritivas, en el follaje de la jungla continúa Rumiatti en un comunicado –. En los alimentos buscamos nutrición y en la naturaleza, el color es un buen predictor de calorías: cuanto más rojo es un alimento sin procesar, más probable es que sea nutritivo, mientras que los alimentos verdes tienden a ser bajos en calorías”.
Otro elemento que apoyaría la teoría del equipo de Rumiati, es que este código solo sirve para los alimentos. “La preferencia por el rojo sobre el verde –añade la autora principal del estudio – no se observa con objetos no comestibles. Esto significa que el código de color del sistema visual se activa correctamente sólo con estímulos alimentarios”.
Los resultados permiten ampliar más nuestro conocimiento a la hora de abordar trastornos alimenticios y hasta la comercialización de productos. “Mucho se está haciendo hoy para fomentar una alimentación más saludable – concluye Rumiati –. Por ejemplo, tratando de convencer a la gente a comer alimentos bajos en calorías. Tal vez el color de los alimentos pueda ser utilizado para producir resultados significativos, incluso si es artificial”.
Juan Scaliter