De toda la vida hemos escuchado que el desayuno es la comida básica del día. Que si queremos prepararnos para un día duro, lo más importante es tomar un copioso desayuno antes de salir de casa. Pero ahora Terence Kealey, profesor de bioquímica y rector de la Universidad de Buckingham, explica por qué cree que se ha glorificado este momento del día.

En su nuevo libro, Breakfast is a Dangerous Meal, narra como a raíz de ser diagnosticado con diabetes tipo 2 comenzó a notar varias cosas en su organismo: que sus niveles de glucosa eran inusualmente altos tras desayunar, pero que si hacía esta comida un poco más tarde o esperaba al almuerzo, sus niveles de glucosa se mantenían normales. Así fue cómo empezó a cuestionar lo que el denomina «la glorificación del desayuno».

Durante su investigación descubrió muchas cosas. Como, por ejemplo, que los estudios que hacen afirmaciones categóricas sobre el desayuno habían sido financiados por empresas que fabrican cereales u otros productos que solemos consumir a esta hora del día. En uno de los capítulos, titulado «Los dudosos defensores del desayuno», explica cómo los fabricantes de cereales esperan ganar más de 40 millones de euros en 2019 (frente a los 30 millones de euros que ganaron en 2012).

La nutricionista Amelia Freer está de acuerdo en que los fabricantes de alimentos tienen un gran interés en que nos tomemos el desayuno muy en serio: «han creado un escenario en el que pensamos que solo hay un número limitado de opciones -generalmente bollos, tostadas, magdalenas o cereales- que en realidad son de las peores cosas que podemos tomar para desayunar».

En su libro, Kealey reconoce que la mayoría de los cereales están elaborados a base de hidratos de carbono y azúcar, y que es difícil «pensar en una comida peor para por la mañana». Según él, «estos tipos de alimentos para el desayuno son generalmente elaborados con granos refinados y procesados, azúcares añadidos y grasas no muy sanas. Al igual que los pasteles o las magdalenas que se pueden comprar en el supermercado o que se venden en pack en cualquier cafetería».

Según reconoce: «la mayoría carece de proteínas de buena calidad. En cambio, están llenos de calorías vacías y azúcares, lo que significa que no te llenan y ofrecen poco a nuestra nutrición. Sin embargo, la gran mayoría de nosotros ni tan siquiera se lo cuestiona, ya que hemos sido criados con anuncios de televisión que nos han hecho creer que estos son los alimentos idóneos para el desayuno (asociado, claro está, a que el desayuno es vital para una buena salud»).

El profesor aconseja no darle tanta importancia al desayuno y, en todo caso, sustituir estos alimentos por otros más sanos. ¿Aceptas el reto?

Fuente: telegraph.co.uk

Redacción QUO