La paradita para estirar las piernas, tomar un tentempié y aliviar las necesidades pendientes tiene un nuevo significado. Al menos, lo tiene para los selectos dueños del primer coche volador que llega al consumidor, a la venta desde febrero. En menos de diez minutos, el vehículo saca las aspas para volar hasta un máximo de 180 kilómetros por hora o las pliega sobre sí mismo para quemar el asfalto bajo sus tres ruedas. Es el fruto de la atrevida inspiración de la compañía holandesa PAL-V,
que apuesta por esta solución de movilidad con dos modelos, el Liberty Pioneer y el Liberty Sport. Ambos están basados en tecnologías sobradamente probadas y son completamente compatibles con la normativa de vuelo existente. Básicamente, la máquina es un giroplano, una plataforma muy estable para surcar los cielos, y dispone de dos motores que maximizan la seguridad. La marca comenzará a fabricar los primeros pedidos este año y los servirá a sus clientes a finales del que viene.
Aparcar (casi) en cualquier sitio
Los 1,7 metros de altura del ingenio permiten estacionarlo en cualquier lugar, incluso en un garaje. La cosa cambia si vas volando: deberás disponer de un espacio de 90-200 x 20 metros sin obstáculos que impidan maniobrar.
Tendrá una autonomía de 500 km, en modo giroplano y en un viaje de una persona.
Solo transmite un quinto de las turbulencias de un avión similar.
Redacción QUO