Los vientos más rápidos conocidos, en el sistema solar, son los que barren la superficie de Neptuno y alcanzan los 2.400 km/h. Al lado de ellos, los más potentes de nuestro planeta quedan en una ligera brisa: 240 km/h.
Intentando equilibrar la balanza de estos extremos se encuentra Marte.
Unos años atrás, el geólogo de la Universidad Brown, Peter Schultz, comenzó a estudiar un conjunto de imágenes de infrarrojos tomadas durante la noche marciana por el instrumento THEMIS, que vuela a bordo de la sonda Mars Odyssey. En su análisis notó una serie de extrañas líneas brillantes que emanaban de diferentes cráteres de gran impacto en la superficie del planeta rojo. Las imágenes infrarrojas habían capturado importantes contrastes en la retención de calor en la superficie: había zonas más calientes que otras.
“En las imágenes de longitud de onda visible – explica Schultz en un comunicado –, no podía ver casi nada, pero en el infrarrojo nocturno las líneas resultan muy visibles. El brillo en el infrarrojo indica superficies en bloque, que retienen más calor que las superficies cubiertas por polvo y escombros. Eso nos dice que algo vino y limpió esas superficies desnudas».
Usando observación geológica, experimentos de impacto de laboratorio y simulaciones por ordenador, Schultz ofrece una explicación: los impactos de meteoritos que forman cráteres, generan vórtices de vientos, parecidos a tornados, que alcanzan los 800 km/h y limpian la superficie de polvo y piedras pequeñas.
Las lineas podrían eventualmente revelar mucho más que eso. De una investigación preliminar del planeta, los investigadores deducen que las rayas parecen formarse alrededor de cráteres dealrededor de 20 kilómetros de diámetro. Por qué se forman en algunos lugares y no otros podrían proporcionar información sobre la superficie marciana en el momento del impacto.
Los hallazgos se han publicado en la revista Icarus.
Juan Scaliter