Este viernes se ha conocido que el senador republicano John McCain padece un tumor cerebral, concretamente un glioblastoma. El hallazgo se produjo al ser operado del ojo izquierdo. Pero, ¿qué se sabe acerca de este tumor? ¿Qué pronóstico tiene?
El glioblastoma multiforme o simplemente glioblastoma es un tumor derivado de las células de la glía, que dan soporte a las neuronas, cuyo pronóstico es bastante sombrío. “Es un tumor muy maligno”, comenta Bartolomé Oliver, neurocirujano del Centro Médico Teknon. “El tratamiento de este tipo de tumores es una combinación de cirugía, quimioterapia y radioterapia”, explica.
Aun con este tratamiento, la supervivencia media es de “aproximadamente 18 meses”, ilustra el cirujano. A pesar de ello, existe un pequeño porcentaje de pacientes, alrededor del 5%, que escapa de esta estadística ypuede “sobrevivir muy por encima de la media o prácticamente estar curados”, puntualiza Oliver. Pero para ello se tiene que cumplir la condición de que la cirugía haya podido extirpar todo el tumor a nivel macroscópico, es decir, que mediante pruebas de imagen no se detecte ningún resto tumoral. Ello no significa que no existan células cancerígenas en el cerebro, pues éstas se pueden situar “hasta a 4 ó 5 centímetros” de distancia de los límites de resección, pero sí puede abrir la puerta a un mejor pronóstico.
Respecto a los tratamientos quimioterápicos, el fármaco más comúnmente utilizado es la Temozolamida, una sustancia que ejerce una acción química llamada alquilación con el propósito es inhibir la replicación de ADN. También existen terapias experimentales; sobre las que, “por definición, no se puede saber si resultan útiles o no”, puntualiza el doctor Oliver.
La investigación también ha permitido mejorar la manera en que se opera a estos pacientes con el objetivo de eliminar la mayor parte del tumor. La zona del cerebro en que se encuentre determina si es posible intentar eliminarlo por completo o no. Para ello, se puede recurrir a dos técnicas diferentes. La primera consiste en mantener al paciente despierto durante la cirugía, de manera que se pueden monitorizar a qué áreas funcionales del cerebro afecta el cáncer y tratar de no afectar aquellas que desarrollan tareas clave. Otra técnica se basa en la fluorescencia. Consiste en inyectar al paciente una sustancia que se adhiere a las células tumorales y les hace emitir una luz fluorescente, de manera que los cirujanos podrán identificar dónde se encuentra el tumor y cuáles son sus límites.
Se estima que el glioblastoma multiforme afecta a 10.000 americanos cada año. Pertenece al grupo de los gliomas y, dentro de esta clasificación, es el tumor con peor pronóstico de todos ellos.
Redacción QUO