Las bacterias intestinales están de moda. Al menos en la comunidad científica, donde este campo de estudio se encuentra en ebullición. Varios estudios han puesto sobre la mesa la probable influencia de esto microorganismos en ámbitos como el comportamiento o la ganancia de peso. ¿Es su posible influencia sobre el rendimiento deportivo la última derivada de esta corriente?
Eso parece, al menos para la American Chemical Society, ya que en su encuentro nacional se han puesto varias investigaciones y proyectos acerca de esta cuestión sobre la mesa. Uno de ellos ha sido el del laboratorio de George Church, perteneciente a la Universidad de Harvard. Él y su equipo han analizado la flora intestinal de atletas que participaron en el maratón de Boston una semana antes de la carrera y una semana después.
Después de analizar los dos perfiles bacterianos encontraron que éstos eran diferentes. Una semana después de la competición los atletas tenían una mayor cantidad de una población concreta de bacterias que tenía una función muy concreta: metabolizar el ácido láctico. Esta sustancia se sintetiza cuando el organismo tiene que producir energía en condiciones de gran esfuerzo, como por ejemplo un maratón (y los cristales de esta molécula son los responsables de las agujetas).
En otro de los estudios presentados se demostró que el microbioma de los deportistas de ultramaratón era diferente al de los que competían en remo. En concreto, se vio que en los primeros tenían una bacteria especializada en romper hidratos de carbono y fibra que no estaba presente en los remeros.
Así, la tesis de Church, según explicaba, era que los deportistas tenían un microbioma adaptado a su actividad que les podría ayudar rendir mejor en su deporte. O al menos que las bacterias pueden ayudar a conseguir mejores resultados deportivos. Y es en eso en lo que este científico trabaja. Ha fundado Fitbiomics, una compañía que aspira a desarrollar suplementos probióticos para ayudar a mejorar el rendimiento. ¿Ciencia, negocio o ambas cosas?
Redacción QUO