El gobierno japonés acaba de ejecutar en la horca a Shoko Asahara, el líder de la secta Verdad Suprema, y a otros seis miembros del grupo, acusados de gravísimos delitos. Entre ellos, el ataque con el agente nervioso sarín que realizaron en el metro de Tokio y que se saldó con una masacre.
Shoko Asahara, cuyo auténtico nombre era Chizuo Matsumoto, nació en 1955 y perdió durante su infancia la visión del ojo izquierdo a causa del glaucoma. Fue a principios de los años 80 cuando fundó Verdad Suprema, una secta que mezclaba budismo y cristianismo. Se consideraba a sí mismo la nueva encarnación de Cristo y elaboró una profecía apocalíptica, en la que el mundo sería destruido por una guerra nuclear. Las autoridades japonesas nunca reconocieron al grupo como una organización religiosa legal.
Sus actividades terroristas comenzaron en 1994, cuando un grupo de acólitos suyos liberaron gas sarín contenido en un camión frigorífico, cerca de las casas de los jueces que llevaban un proceso para confiscar algunas propiedades de la secta. El ataque provocó la muerte de ocho personas y dejó un centenar de heridos.
Pero su mayor matanza la cometieron el 20 de marzo de 1995. Diez miembros de Verdad Suprema liberaron sarín líquido, que llevaban en bolsas de plástico, en el metro de Tokio en plena hora punta. Dejaron las bolsas abandonadas en los vagones de varios trenes, tras pincharlas con las puntas de unos paraguas.
El atentado causó la muerte de trece personas y dejó 50 heridos graves, algunos de los cuales quedaron para siempre en estado vegetativo. Hubo además mil heridos leves. En un primer momento se pensó que el ataque había sido perpetrado por agentes de Corea del Norte pero, rápidamente, las pesquisas se dirigieron hacia Verdad Suprema.
Los investigadores concluyeron que había sido un intento de la secta por acelerar la profecía del apocalipsis. Aunque algunos miembros dijeron que, en realidad, solo era la primera de una serie de operaciones destinadas a derrocar al gobierno japonés para entronizar a Shoko Asahara como nuevo emperador de Japón.
Vicente Fernández López