Por catálago no hacemos cuerpos. La cirugía estética no está para cambiar a las personas; solo para mejorar algunos aspectos, pero siempre dentro de su complexión”, afirma Carlos Navarro, cirujano plástico de la Clínica Menorca, en Madrid. Y a mi pregunta sobre si hay una especie de “paredes maestras corporales” me contesta: “Sí las hay. Nunca se deben tocar los parámetros óseos; es decir, quitar costillas o alargar la columna vertebral son barbaridades que nunca se deberían permitir”.
Para concienciar sobre la irrealidad de algunos ideales de belleza, hace unos meses Rehabs, un centro de rehabilitación para jóvenes con anorexia, publicó un informe en el que explicaba por qué el cuerpo de una muñeca Barbie era imposible. Con datos en la mano, concluía que si esta muñeca fuese real, su cuello, demasiado largo y delgado, se rompería con el peso de la cabeza (dos veces más grande de lo normal) y sus muñecas serían incapaces de levantar nada. Además, sus tobillos no podrían resistir el peso de su estructura ósea, así que no tendría más remedio que caminar a cuatro patas. También su diminuto abdomen, de unos 40 cm, podría albergar solo la mitad de un hígado y una parte de los intestinos.
“El canon de belleza real dice que nuestro cuerpo debe ser el equivalente a unas siete cabezas, mientras que en el caso de Barbie corresponde a unas 11”, apunta el doctor Navarro.
Nada es suficiente
Sin embargo, según un estudio de la Universidad de Texas publicado recientemente en la revista Journal of Youth and Adolescence, la insatisfacción que sufrimos con nuestro cuerpo tiene más que ver con el entorno que con los modelos sociales y mediáticos, como podría parecer. Según otro trabajo de la Universidad de Ohio con mujeres adultas, la forma en que estas ven su cuerpo está mucho más influida por las personas más importantes en su vida (familiares y amigos) que por las medidas consideradas estándar.
[image id=»61822″ data-caption=»Según un estudio realizado por Rehabs, la probabilidad de encontrar una mujer real con las medidas de una Barbie es de 1 entre 6.758 individuos. De hecho, entre otras cosas, destaca que sus brazos son un 50% más cortos que sus piernas, cuando la proporción en una persona normal, es de un 20%» share=»true» expand=»true» size=»S»]Sin embargo, según el estudio Belleza real de la marca de higiene personal Dove, el 76% de las mujeres asegura que es capaz de reconocer la belleza de otras mujeres, pero que es incapaz de verla en ella misma. Lo que menos valoran son sus curvas (solo el 9%), la tripa (4%) y las caderas (7%). También la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación (SEDCA) ha realizado recientemente una investigación a unas 9.000 personas; pretendían valorar las diferencias entre la percepción física (peso y altura) que tenemos de nosotros mismos y la verdad incuestionable de las medidas antropométricas. En realidad, estos científicos querían saber hasta qué punto se podían fiar de un encuestado cuando se le pregunta por su peso y su altura. Los resultados, como era de esperar, revelaron que muchos hombres (el 42,8%) y muchas menos mujeres (el 16%) consideraban tener un peso adecuado cuando en realidad no era cierto.
¿Significa esto que los hombres están más contentos con su físico que las mujeres? Pues parece que, aunque se vean más delgados y altos de lo que son en realidad, tampoco escapan al anhelo de estar en otro cuerpo. Solo que para ellos la perfección reside en otros atributos.
Recientemente, el Instituto de Medicina Sexual español ha advertido del aumento de operaciones de alargamiento de pene como consecuencia de la aparición de medidas imposibles en internet y del “síndrome del vestuario”, esto es, la falsa sensación de que el tamaño de este órgano va a quedar en evidencia en este tipo de instalaciones. Además, según la Sociedad Española de Cirugía Plástica y Reparadora, nuestros varones también solicitan cada vez más operaciones de cirugía estética que mejoren sus glúteos, gemelos, pectorales y abdominales, es decir, las zonas más “codiciadas” por ellos como los componentes básicos del cuerpo perfecto.
Redacción QUO