Sergio Rico era un joven cuyo abuelo era médico y cuya madre también lo es. Él mismo se convirtió desde muy pequeño en un apasionado de las emergencias. Se hizo técnico sanitario y pasaba varios días al mes trabajando para los servicios de urgencias en Madrid. Su destino, parecía claro, tendría que estar enfocado al campo de la emergencia sanitaria. Sin embargo, el joven Sergio no oyó los cantos de sirena de la familia y optó por una carrera muy diferente a la esperada. Cambió de rumbo y se hizo ingeniero industrial.

“Es curioso el contraste”, explica Sergio de Rico. “En la ingeniería, cuando analizas algo similar a un accidente, solo estudias fuerzas como la inercia y valores como la resistencia de los materiales. Sin embargo, cuando te encuentras atendiendo ese mismo accidente de coche te das cuenta de que todo eso se transforma en algo diferente: personas que tienen problemas y a las que hay que atender lo más deprisa posible”.

En su proyecto de fin de carrera podría haberse centrado en una pieza mecánica, como otros muchos compañeros, pero al ingeniero le salió el niño Sergio, ese que siempre se encargaba del botiquín en los campamentos. “Quería ir un poco más allá. Fue como si desde la postura de un futuro ingeniero pudiera empezar ya a quitarme ese gusanillo que siempre he tenido de ser médico. Decidí relacionar mi proyecto con las emergencia sanitarias”.

Fue así como Sergio de Rico empezó a desarrollar el concepto de Seguridad Post-Accidente, dos sistemas de seguridad en carretera que quieren dar un paso más sobre lo que actualmente existe en la industria de la automoción. Los fabricantes de automóviles se han propuesto trabajar duramente en la reducción de accidentes de tráfico. Es el caso de Mazda, que ofrece en su nueva generación de modelos un completo equipamiento en materia de seguridad activa denominado I-ACTIVSENSE. En esta propuesta se incorpora, por ejemplo, el Sistema de Asistencia a la Frenada en Ciudad que reduce la siniestralidad en un 27% y puede salvar hasta 8.000 vidas al año.

[image id=»61910″ data-caption=»Fluido luminosoEl equipo de Sergio de Rico ha desarrollado un mecanismo que recubre el vehículo de fluido quimioluminiscente para que pueda localizarse fácilmente tras un accidente. » share=»true» expand=»true» size=»S»]

“Mi experiencia en emergencias me confirmó que se podían implementar sistemas destinados a mejorar la seguridad posterior, cuando el accidente ya ha tenido lugar”, explica De Rico. El primero de ellos, llamado e-Rescue, consiste en un nuevo asiento de coche que, sin demasiada dificultad, se transforma en un remedo de camilla de traslado de accidentados.

“En emergencias hay que sacar a las víctimas sin apenas moverlas; es clave para evitar lesiones medulares irreversibles. Hay que conocer cómo es un accidente para ver cómo mover a los heridos para sacarles del habitáculo.” Este sistema inmoviliza a los pacientes y permite extraerlos con seguridad. De Rico cree que la implementación de e-Rescue podría reducir hasta en un 30% las lesiones medulares.

El segundo de los sistemas, e-Light, permite solucionar uno de los grandes problemas que tienen los equipos de emergencia cuando se produce un accidente nocturno: “Cuando uno llega a un accidente, a oscuras y especialmente en zonas de vegetación, está completamente perdido y tarda mucho en ubicar el coche”. Su sistema es un mecanismo que activa una lluvia de fluido quimioluminiscente que cubre el vehículo y no solo garantiza su ubicación por los servicios de emergencia, sino que facilita que el resto de vehículos lo vean y se eviten, así, los choques en cadena. Los cálculos de De Rico muestran que la implementación de ambos sistemas de Seguridad Post-Accidente descontaría hasta en 20 minutos lo que se tarda en localizar y trasladar a un herido al hospital. Tiempo suficiente para salvar miles de vidas en todo el mundo.

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Redacción QUO