Desde la Prehistoria, un falo grande ha sido el símbolo de poder y fertilidad. En la cueva de los Casares (Guadalajara) se puede contemplar a un antropomorfo con un pene de enormes dimensiones a punto de penetrar en una vulva, y en las cuevas de Hohle Fel (Alemania) se han encontrado figuras, como un falo de piedra, de más de 28.000 años. Conocida es la veneración que tenían los griegos a Príapo, dios de la fecundidad representado en múltiples ocasiones por un pene erecto desproporcionado. En la cultura hindú se sigue simbolizando a Shiva con un descomunal miembro llamado Lingam. También los japoneses cada marzo veneran a un gran falo sagrado en el Festival del Pene. Según la tradición, ayuda a las mujeres a quedarse embarazadas y da energía a los niños y a los más ancianos.
Redacción QUO