Detectar a un agresor es algo que requiere muchos más matices de lo que parece y es que según los expertos existe una diferencia entre el comportamiento agresivo general y el acoso escolar: no son lo mismo, según los hallazgos de un nuevo artículo publicado en un número especial de Journal of Child and Family Studies.
«Es importante para nosotros darnos cuenta de esta distinción – señala Jamie Ostrov, autor principal del estudio, en un comunicado –, en parte porque cada comportamiento agresivo que vemos no es intimidación. Ciertamente, los comportamientos agresivos son problemáticos por derecho propio y también merecen nuestra atención, pero reconocer las diferencias en los dos comportamientos significa que podemos comenzar una discusión sobre si tenemos que hacer algo diferente con las intervenciones relacionadas con la agresión general”.
De hecho los psicólogos conceptualizan el bullying como un subtipo de agresión. Los comportamientos agresivos están destinados a lastimar o dañar. La intimidación o bullying forman parte de un comportamiento repetitivo caracterizado además por un desequilibrio de poder entre dos partes, como un niño contra un grupo o un niño más grande contra un niño más pequeño, según Ostrov.
Así, la intimidación, puede ser física, involucrando golpear, patear, pellizcar o quitarle cosas a alguien. También hay bullying relacional o exclusión social, donde los niños pueden decir: “Ya no puedes ser mi amigo” o “No puedes venir a mi fiesta de cumpleaños”.
«La victimización es recibir, la agresión es exhibir, el acoso agrega el desequilibrio de poder y la repetición del comportamiento – concluye Ostrov –. Tenemos que tener en cuenta esta distinción, ya que es importante”.
Juan Scaliter