Un césped bien cuidado resulta esencial para cualquier jardín. Pero últimamente se está convirtiendo en la diana de muchos abanderados de la sostenibilidad. Para mantener el lustre de esa brillante alfombra gris no solo hacen falta fertilizantes y pesticidas, sino también mucha, mucha agua. En EEUU, el césped es el cultivo más regado, y en Madrid y Zaragoza un espacio de unos 275 m2 puede tragarse hasta 1.650 litros en un caluroso día de verano, con la correspondiente subida en la factura. Ese despilfarro ha dado lugar a una oposición al césped que ya empieza a tener repercusiones.
La más evidente es una nueva forma de diseñar el paisaje, especialmente en lugares, como el oeste de las Montañas Rocosas americanas, donde los mínimos de precipitación han secado los depósitos y provocado restricciones en el uso del agua. En esta zona se ha impuesto la tendencia al estilismo de los jardines, como la xerojardinería que sustituye las plantas “sedientas” por otras resistentes a la sequía. Mientras tanto, las ventas de césped artificial se han incrementado en un 30% en los últimos cinco años. Pero, tranquilo, tu casa no tendrá que parecerse a un desierto. Aquí te presentamos algunas soluciones alternativas y muy razonables.
1.- Reprograma
Lo primero es lo primero: si no lo tienes, instala un sistema automático de aspersores. Tu objetivo consiste en humedecer la mayor cantidad posible del entramado de raíces de una sola vez. Evita regar poco y a menudo. Si el suelo es arcilloso, empapa el césped una vez por semana y, si es arenoso, cada tres días. Programa los aspersores para la primera hora de la mañana o la última de la tarde, cuando la evaporación es más leve y el agua tiene mejor presión. No mojes toda la superficie a la vez, recurre a la rotación por zonas, de forma que cada parte quede cubierta al menos dos veces.
2.- Renueva
Un césped saludable requiere menos agua y no se ve tan afectado por malas hierbas e insectos. Primero, compra un test de pH en una tienda de jardinería, para ver si necesita fertilizantes. Cuando lo cortes, déjalo a unos 8 cm y no le quites más del 30% de su longitud de partida; y no retires lo que has cortado, para reciclar los nutrientes y la humedad, y dar sombra al que queda. Cuando se forme una capa de paja de 1 cm justo por encima del suelo, usa un aireador para retirar los terrones de tierra (mejor si esperas a primavera u otoño). Luego, recubre toda la superficie con compost.
3.- Reconfigura
El césped bien cortado pierde menos agua por evaporación o, como se dice en jardinería, evotranspiración (ET), por lo que será mejor que busques un método de corte lo más fácil posible. Si no tienes un cortador de giro cero, da forma curvada a las esquinas de tu césped, para no tener que ir marcha atrás. Además, las curvas también son más apropiadas para los aspersores giratorios por pulsos, más eficientes que los oscilantes, porque lanzan el agua directamente al césped, y no hacia arriba. Si programas el corte de bordes por debajo de la altura de la hierba, te ahorrarás rematar el perímetro.
4.- Quítalo
Mientras rediseñas el jardín, párate a pensar cuándo fue la última vez que jugaste al frisbee en él, pregúntate qué zonas no utilizas mucho: esas bajo los árboles o aquellas más alejadas. Deja el césped solamente en las áreas en que resulte práctico, como las de juego para los niños. Para sustituirlo, podrás crear zonas cubiertas o a modo de patios cerca de la casa. Alrededor de los árboles maduros, podrás cambiarlo por mantillo o cubierta vegetal en una superficie igual a la que ocupe la copa del árbol.
5.- Sustitúyelo
Aunque otras alternativas, como caminos de gravilla y áreas pavimentadas, no necesitan irrigación, también presentan inconvenientes, además de levantar las iras de la asociación de vecinos. Pero puedes sembrar las zonas menos usadas con plantas perennes, arbustos y cubierta vegetal más resistentes a la sequía. Algunos estudios han demostrado que así se puede ahorrar entre un 20 y un 50% de agua. De media, el césped necesita 5 cm de agua a la semana. Sin embargo, a los huertos les basta con 2,5 cm, al igual que la mayoría de las plantaciones mixtas, los arbustos e incluso algunos árboles pequeños.
6.- Otra variedad
Utiliza variedades de hierba adaptadas a tu región. Ya existen céspedes ecológicos con una mezcla de hierbas y otras plantas que se adaptan a los distintos climas, incluso en césped artificial. Los juncos y otras hierbas ornamentales han ganado popularidad en los jardines. Pero ten en cuenta que algunas de estas plantas tienen épocas de reposo vegetativo, en las que no se muestran con sus mejores galas.
Aspersor inteligente Lono Sprinkler Controller (199 $)
Es un sistema automático para controlar los aspersores a través de una aplicación de móvil. Se sirve de datos en tiempo real sobre el clima, la temperatura, la evotranspiración local y el tipo de suelo. Con todo ello te ayuda a regar de la forma más eficiente posible. La empresa dice que puede llegarse a ahorrar un 70%.
El proyecto para desarrollar este aparato se financió a través de la web de crowdfunding Kickstarter. Puede conseguirse a través de su web.
Adaptarse a la escasez
El Centro Nacional de Educación Ambiental recomienda estas alternativas menos “sedientas”.
Recubrimientos: Evitan el calentamiento excesivo y la erosión. Materiales: corteza o acícula de pino, restos de poda, paja de cereal, tierra volcánica, arena, grava, escoria, piedra.
Alfombras vegetales: Con cultivos alternativos: nieve de verano, hiedra, vinca menor, carraspique o mahonia .
Pero si queremos césped, Alfonso López Vivié recomendaba estas especies en las Jornadas Internacionales de Xerojardinería Mediterránea:
Cañuela (Festuca Arundinacea): resistente al pisoteo y a los inviernos fríos de zonas continentales.
Bermuda (Cyonodon Dactylon): soporta la sequía del interior y el clima litoral.
Oreja de ratón (Dichondra repens): Consume menos agua.
Raygrass inglés: Para deportes.
Traducción: Pilar Gil Villar
Redacción QUO