«Yo, y no Armstrong, fui el primero en ponerme el traje espacial bajo el agua”, aseguró Buzz Aldrin en la presentación del videojuego para Wii Super Mario Galaxy en Madrid (en 2007). Y es que este fue el motivo por el que el segundo hombre que pisó la Luna vino a España.Quizá era un aviso a navegantes, para quienes pensaran bromear con su papel de segundón en una página tan importante de la historia en la que él ha estado irremediablemente a la sombra ,de Neil Armstrong.
A SOLAS CON BUZZ
Llegué a mi cita con él algo pronto, y nada más entrar en la habitación presencié cómo se dirigía muy enfadado a su interlocutor diciéndole: “Es desesperante que haya estúpidos que sigan poniendo en duda que estuvimos en la Luna.No me he jugado la vida para esto”.Y es que, según me contaron quienes le acompañaban, su “víctima” había osado preguntarle: “¿Es cierto que estuvieron ustedes en la Luna o todo fue un montaje de Hollywood?”
Una pregunta a la que todos los tripulantes del Apollo XI han tenido que responder miles de veces desde que volvieron a la Tierra hace ya 28 años. Incluso circula por la red un vídeo en el que Bart Sibrel, un director de cine estadounidense, es agredido por Aldrin tras insinuar que su estancia en la Luna había sido una estratagema de EEUU para hacer creer a la antigua URSS que había perdido la carrera espacial. Pero, tras el enfado, se recompuso y a mi me recibió con una sonrisa de oreja a oreja.
Imagine que estamos en el día después de su vuelta de la misión con el Apollo XI. Ustedes acaban de llegar a Tierra y yo soy una más de los periodistas que tantas ganas tienen de saber qué ha pasado durante su aventura. ¿Sintió miedo en algún momento del viaje? ¿Pensó en la posibilidad de que fueran a morir en el espacio?
En primer lugar, en el supuesto de estar ahora a la vuelta de mi viaje, usted y yo estaríamos hablando con un cristal por medio, pues mis compañeros y yo estaríamos cumpliendo cuarentena. En cuanto al temor, no tuvimos miedo en ningún momento. Hubo situaciones complicadas tecnicamente, pero nuestra formación y, en mi caso,mi experiencia militar en guerra, nos hicieron afrontar la misión con plena determinación.
Y es que, a pesar de su aspecto de viejo tejano con corbata estrafalaria, cuando Aldrin llegó a la Luna tenía 39 años, ya había luchado en la Guerra de Corea como piloto de caza del Ejército estadounidense y se había Licenciado en Astronáutica en el Massachusetts Institute of Technology con 33 años.
Mientras el señor Armstrong y usted ponían el pie en la Luna, millones de personas les seguían atentamente en todo el mundo. ¿Era consciente en ese momento de la trascendencia del hecho que estaban protagonizando?
Sí, éramos conscientes. Pero hemos necesitado ayuda después para digerir la importancia de nuestro viaje y la forma en que cambiaría nuestras vidas. Aunque yo no quise que esto fuera un hito que me estancase, sino un resorte para seguir avanzando. Éramos conscientes del reto que suponía y sabíamos que el éxito de ese cometido era algo extraordinario. Teníamos una misión científica, por lo que, al menos yo, no reparé en la fama que conllevaba y sus consecuencias. Han sido los demás, los otros, quienes han hecho más difícil la reinserción en el mundo. Fue un paso gigante para la Humanidad, y también para nosotros. Cambió nuestra vida.
Sin duda, esta respuesta de Aldrin es una consecuencia de la grave crisis existencial en la que se sumió tras el viaje. En aquella época tuvo grandes problemas con el alcohol, vendió coches, hizo anuncios, etc. Tocó fondo, pero lo superó y recuperó su afán aventurero. De hecho, después ha participado en la segunda expedición para investigar los restos del Titanic a más de 3 kilómetros de profundidad, y en otra de investigación al Polo Norte.También se volvió a casar, y no ha parado de involucrarse en proyectos.
¿Y qué sintió mientras bajaba del módulo lunar? ¿Cuál fue su primera impresión?
Como dije en aquel momento, lo primero que me vino a la cabeza fue una sensación de desolación al ver lo que me rodeaba. Era incomprensible e indescriptiblemente bonito, pero desolador.
¿Cómo es la superficie de la Luna, suave o dura? Cuénteme qué sensaciones tuvo al pisarla.
RTuve la sensación de ir andando por una especie de arena, como la de un desierto. De hecho, creo que es más bien suave, aunqu
e esta “sensación” es más psicológica que real, pues iba cubierto con demasiada ropa y no tenía sensibilidad en los pies ni en las manos como para percibirla.Además, la gravedad de la Luna hizo que flotara sobre el satélite, de modo que estuve muy poco en contacto con su superficie. Era un paisaje sorprendente y hermoso a la vez.
Normalmente se tiene una idea romántica de la Luna, pero ¿es un lugar agradable para el ser humano o,por el contrario, es incómodo?
RMi primera impresión fue de incomodidad. Es un sitio muy árido, y aunque el traje espacial me permitía estar allí sin problemas respiratorios ni climatológicos, intuí que no es un lugar para que un ser humano se quede a vivir allí.
¿Cuál fue su primera imagen de la Luna desde el Apollo XI?
Es curioso, pero se trata de una imagen única. Imagine una inmensa bola negra, la Luna, que tapa otra luminosa más grande, el Sol. El resultado es una aureola de luz intensa alrededor de la Luna, y detrás, un vacío mucho más oscuro. Y conforme te vas acercando, la luz se apaga y el planeta oscuro se hace más grande. La sensación es como estar a la sombra de la Luna.Y en esto coincidimos todos los que hemos visitado este satélite.De hecho, en EEUU se ha estrenado ya un documental titulado precisamente así, A la sombra de la Luna (In the shadow of the Moon), en el que se entrevista a todos los astronautas vivos que han pisado la Luna.Y yo entre ellos.
¿Cuál cree que debería ser el próximo paso?
Estoy convencido de que acabaremos teniendo colonias en Marte. De hecho, creo que es el planeta más atractivo del Sistema Solar y el que más posibilidades tiene, pues está relativamente cerca de la Tierra, es pequeño y tiene agua. La Luna, por ejemplo, es demasiado árida y su temperatura es muy extrema. Seremos una civilización con dos colonias. Para llegar a esto deberíamos sacar rendimiento económico a la carrera espacial.
Por ejemplo, sabemos que de algunos materiales que componen la Luna podríamos elaborar combustible. De hecho, durante estos años, Aldrin no ha dejado de estar vinculado a la carrera espacial. En 1993 registró una patente con su diseño de una posible estación espacial permanente, y en el año 1996 fundó la compañía Starcraft Boosters, con la que ideó un sistema gracias al cual el combustible para cohetes podía ser reutilizable. Además, ha creado una fundación, ShareSpace, a favor de la privatización del espacio para “que en el futuro sea accesible a todos”, según rezan sus estatutos. Y desde 2002 forma parte de una Comisión Aeroespacial creada por el presidente George W. Bush.
SUEÑOS CUMPLIDOS
Confieso que, hasta ahora,mi conocimiento de Buzz Aldrin se debía más a mi trabajo enQuo que a una vivencia personal, pues cuando este hombre al que he tenido el privilegio de conocer pisó la Luna yo ni siquiera había nacido. Sin embargo, en cuanto dije que teníamos la oportunidad de entrevistarlo, vi resurgir frente a mí a aquellos niños que alucinaron frente a una tele en blanco y negro en 1969. Estaban en la mirada de algunos de mis compañeros.De hecho, Lorena Sánchez, nuestra redactora jefa, me preguntó si sería posible llevar a Héctor, su hijo de cinco años, a la presentación. “Le haría tanta ilusión ver a un astronauta en persona…”, me dijo emocionada.
Y sí fue posible. Gracias a la amabilidad del equipo de Nintendo y del propio Aldrin,Héctor le entregó un dibujo al astronauta y se llevó su autógrafo a casa.Y aunque no dijo nada, seguro que esperaba verle con su traje espacial.
Además, creo que ese día se cumplieron tres sueños: el de Lorena, que se veía a sí misma, de niña, con los ojos como platos al presenciar cómo ese hombre que ahora estaba frente a nosotras pisaba la Luna.Y el de Héctor, que en realidad y aunque él no lo sabía, tenía otro sueño: conocer a Mario Bross. ¡No os imagináis la cara del pequeño cuando salió corriendo a abrazarle en pleno hall del Hotel Palace! Y saltó con él como celebrando un encuentro esperado. Algo parecido me sucedió a mí. No era consciente de la importancia del hombre que iba a entrevistar aquella tarde, pero, como a él le sucedió con la Luna, me sentí “a la sombra de un gran hombre”.
Redacción QUO