Hay una versión muy extendida de por qué los artistas se desean suerte con esa expresión. Según esta, en los siglos XVI y XVII, época dorada del teatro, los ricos acudían al espectáculo en carrozas tiradas por caballos.
Cuanto más público pudiente acudía, más excrementos quedaban a la puerta del teatro y, lo más importante, más monedas recaudaban los artistas, ya que generalmente no se cobraba entrada.
La otra versión es similar, pero no igual: se cree que los artistas medievales ambulantes calculaban si había o no una feria en una ciudad según la cantidad de “mierda” que hallaban en las puertas.
Redacción QUO