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Ven ahora y sin temor, niño, que no nos mostraríamos ante ti si tuviéramos intención de atraparte y arrastrarte a lo más profundo del bosque.” Cuando, hace unos años, el fotógrafo Joshua Hoffine leyó estos versos del poeta americano Kenneth Patchen, se estremeció al recordar sus miedos infantiles, y decidió plasmarlos en una serie de imágenes inspiradas en cuentos de hadas, novelas y filmes.
El artista ha recreado arquetipos universales, ya que un estudio realizado en enero de 2008 por investigadores de la Universidad de Sheffield demostró que el miedo a la oscuridad y a los payasos seguían encabezando la clasificación de los temores infantiles. Muy llamativo fue el segundo resultado, ya que, como explicaba Paul Salkovskis, uno de los autores de la investigación: “Adornamos con máscaras de payasos las paredes de la planta infantil de un hospital con 250 niños ingresados. A la mayoría le resultó muy desagradable la nueva decoración”.
Para el escritor de novelas de terror Rampsey Cambell, la causa de este miedo infantil tan generalizado está clara: “Lo que asusta a los niños es lo extraño.No es el payaso en sí mismo, sino el hecho de que, lo mires por donde lo mires, y en la situación que sea, siempre sonríe. Los críos intuyen que eso es algo anormal”.
También sufren la crisis
Pero los tiempos cambian, y los miedos infantiles también se renuevan con ellos. Un estudio realizado por Joy Burnham, investigador de la Universidad de Alabama, demostró que los niños son cada vez más conscientes del mundo real. Aunque los pequeños que participaron en su investigación seguían sintiendo el típico pavor ante animales como las serpientes y las arañas, y objetos como las máscaras, el temor a ser raptados y a ser víctimas de un ataque terrorista se colaron en el ranking de los diez más comunes entre niños de 9 a 12 años de edad.
Igualmente, la crisis mundial también preocupa a los más pequeños. Encuestadores de los canales de noticias de la BBC y Newsround realizaron mil entrevistas a otros tantos niños británicos de entre 6 y 12 años, y descubrieron que el 40% sentía temor de que sus padres pudieran perder sus trabajos. Ahora, el coco y el hombre del saco se llaman Bin Laden y Desempleo.
Vicente Fernández López