La curiosidad es una de las características de casi todos los seres vivos. Y un buen ejemplo de ello es esta cría de canguro, que abre la bolsa materna en la que se resguarda para echar un vistazo al exterior. El marsupio de las hembras de esta especie es un pliegue de piel en forma de bolsa epidérmica que cumple las funciones de una incubadora natural. Al nacer, las crías se arrastran sobre el vientre de su madre hasta llegar a ella, y permanecen en su interior una media de seis meses, hasta que ya están completamente desarrolladas. Pero algunas hembras siguen llevando a sus crías en el interior durante más tiempo, como medida de precaución. Como se ve, en todas las especies hay madres sobreprotectoras.
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Vicente Fernández López