La casa más tecnológica.
Una incubadora, a temperatura estable y aislada del exterior para evitar infecciones, recrea las condiciones que Riley habría tenido de seguir en el útero. A través de un tubo le suministran oxígeno cuatro veces más concentrado de lo normal, para ayudar a sus pulmones a respirar.
Un monitor marca sus constantes vitales ante la mirada cansada de su padre, y cuando algo no
va bien, salta la alarma.
Con 22 semanas
Riley Potter superó por poco el listón que le separaba de la vida. El desarrollo de sus pulmones le permitió sobrevivir a pesar de su magro peso al nacer: solo 450 gramos.
La pequeuci.
No hay instrumental
clínico que quepa
en un cuerpecito
de solo 800 gramos. Las UCI han tenido que adaptar el material a sus nuevos pacientes.
Respirador artificial
Con el test de Silverman se averigua la insuficiencia respiratoria. Puntúa de 0 a 2 los siguientes signos: aleteo nasal, quejido respiratorio, retracción intercostal y frecuencia respiratoria.
Misión cumplida
Acaba de cumplir cuatro meses y con el alta hospitalaria se muda a su casa de verdad. La imagen lo dice todo: los rastros de sangre en los ojos son los restos de una operación para evitar una posible ceguera. Solo le queda una secuela, el asma. Según los médicos, desaparecerá en cuatro años.
En la palma
El bebé más pequeño que ha sobrevivido nació con 284 gramos y 24,1 centímetros, según el registro de la Universidad de Iowa, Estados Unidos.
Mírame a los ojos
Los médicos han de someterse a una dura elección: sacar adelante a un bebé inmaduro a costa de las secuelas que pueden quedarle para toda la vida.
Primer biberón
Hasta el fondo. Todo ha ido de corrido. Cuando los pulmones de Riley empezaron a respirar por sí solos, comenzó a comer mejor y a tener menos infecciones. Su sistema inmunitario es equiparable al de un niño normal.
Fuera de peligro
Los médicos dicen que ha tenido suerte, hace 20 años no habría sobrevivido. Acaba de cumplir tres meses y los cuidados intensivos le han salvado la vida. Ha necesitado varias transfusiones de sangre y los médicos han tenido que emplearse a fondo para atajar las infecciones. Casi han tenido que hacer de bomberos: la infección estaba en la tráquea y tenían que evitar que se extendiera. Parece como si mamá todavía no se lo creyera.