Jugar con el público
El espectador tiene más información que los personajes. Como en Sabotaje (1936). En ella, un niño lleva sin saberlo un paquete bomba. Hitchock juega con la angustia del público: ¿lo descubrirá o le explotará?
‘El diablo está en los detalles’, decía el director.
Por eso, le gustaba resaltarlos poniendo, por ejemplo, una bombilla en el vaso de leche envenenada de Sospecha.
Humor (negro)
Hitchcock sabía que el público no podía estar dos horas en tensión, y que había que relajar la intriga con pinceladas cómicas.
Gusto por lo macabro
En sus películas, los detalles espeluznantes son escasos, pero cuando aparecen resultan difíciles de olvidar. Como la cabeza reducida que Ingrid Bergman encuentra en su cama al ir a acostarse, en Atormentada.