Igual que la ciencia y la medicina hablan de enfermedades extinguidas, podría decirse que los problemas de audición tienen los días contados. Con la llegada de los audífonos digitales, el oído humano puede funcionar de nuevo a pleno rendimiento y con todas las prestaciones y características de un sistema auditivo totalmente sano. Y sobre todo, las nuevas tecnologías conservan un total realismo en la percepción del sonido. Un audífono funciona amplificando una señal acústica o magnética recogida por un micrófono o bobina telefónica y transmitiendo al oído medio la energía acústica resultante.
Pero modelos de última generación como el Microson MC-8 RIC añaden muchos matices a esa función (Microson es el único fabricante español de audífonos, y pertenece al grupo GAES). Por ejemplo, el procesador digital y los micrófonos direccionales permiten enfocar a la fuente sonora. De ese modo, mejora la calidad de la señal recibida en más de 6 decibelios, con lo que el ruido se reduce a prácticamente la mitad. Además, filtra la señal en más de 16 bandas de frecuencia, para mejorar la comprensión de las conversaciones incluso en entornos ruidosos como un parque, un centro comercial, la oficina, etc.
Con este objetivo, los nuevos audífonos incorporan una serie de memorias que permiten personalizar el tipo de ambiente sonoro en el que quiere utilizar. Basta con accionar el cambio de programa en el propio audífono, o mediante el mando a distancia que incorpora (que puede llevarse en el bolsillo, discretamente). También puede dejarse en modo automático, para que un programa de inteligencia artificial adapte el aparato cuando detecte en qué ambiente está el oyente. Casi se diría que son la versión 2.0 del oído humano.