Esta multitudinaria reunión de morsas fue descubierta durante el último reconocimiento aéreo de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos, que cada año realiza estos controles para seguir los movimientos de la especie. El pasado 27 de septiembre los técnicos contemplaban atónitos como 35.000 Odobenus rosmarus tomaban la costa de Alaska ¿qué estaba pasando?
No hay hielo
Por desgracia, la reunión no es precisamente una celebración. El motivo de este encuentro parece bastante sombrío. Estos mamíferos pinnípedos están cambiando sus costumbres, según informan los expertos, a consecuencia del deshielo.
«Las morsas nos están diciendo lo que ya nos han transmitido los osos polares o lo que muchos indígenas nos han contado: el medio ambiente del Ártico está cambiando muy rápidamente y es hora de que el resto del mundo tome nota y comience a tomar medidas para abordar la causa fundamental del cambio climático«, afirma Margaret Williams, responsable del programa del Ártico en el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).
Morsas nómadas
Según los científicos de la administración norteamericana, este traslado masivo a tierra no es nada habitual en la especie.
Recordemos que las morsas habitan varias áreas de la zona circumpolar y que emigran estacionalmente a causa de la extensión del casquete polar. «Las morsas no suelen ocupar una zona de más de un kilómetro. Esto sencillamente está abarrotado» informa el biólogo Anthony Fischbach, de la oficina geológica estadounidense.
Overbooking en Point Lady
Habitualmente las morsas pasan el invierno en el mar de Bering y el verano en el mar de Chukchi, donde las futuras ‘mamás’ descansan sobre bloques de hielo.
Acostumbradas a descansar en aguas del Océano Ártico y al no encontrar sitio donde poder resguardarse para una larga temporada, las morsas, confundidas y agotadas del largo viaje, empezaron a ocupar Point Lady, un pueblo donde viven esquimales Inuit. Otras viajaron al lado ruso del mar de Chukchi. Ni rastro de hielo por ninguna parte.
Un viaje agotador
Cuando no tienen donde descansar las morsas siguen viajando. Algunas llegan a recorrer más de 3.000 kilómetros en estos desplazamientos, ahora más agotadores y extensos a consecuencia del deshielo.
Peligro… ¡estampida!
Lo que más preocupa a los científicos es una estampida, ya que ello dejaría en una situación clara de indefensión a las crías. Su peso es de casi una tonelada, por lo que cualquier cosa que asustase a las morsas podría poner en serio peligro la integridad de crías y adultos.
En previsión, el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de EEUU está haciendo lo posible por cambiar la ruta de los aviones y evitar molestar a lo animales.
No hay señales de recuperación para el Ártico
La importante pérdida de hielo que ha sufrido el mar de Chukchi este verano ha sorprendido a los científicos.
Según declaraciones de Mark Serreze, director del Centro Nacional de Datos de Nieve y Hielo en Denver (Colorado): «No hay señales de recuperación para el Ártico».