Todos queremos ser diferentes al resto, sentirnos especiales. Pero lo cierto es que los humanos somos bastante más parecidos de lo que solemos creer. Ni siquiera nuestro inconsciente es demasiado original. Porque, por muy curiosa y rara que nos parezca alguna pesadilla que nos hace despertarnos sobresaltados en medio de la noche, lo cierto es que, cualquier cosa que podamos soñar, seguramente que también la han soñado muchísimas personas más.
De hecho, existen algunas pesadillas que son comunes a prácticamente todos los seres humanos. Y aquí os explicamos cuáles son. La información está obtenida de dos estudios diferentes. Uno, realizado por Geneviève Robert y Antonio Zadra, investigadores de la Universidad de Montreal, que analizaron los sueños de más de doscientos voluntarios, y publicaron sus resultados en la revista Sleep. Y otro, elaborado por el psicólogo británico Ian Wallace, especializado en trastornos del sueño.
La muerte de alguien muy querido
Es una de las pesadillas más comunes que existen, pero se interpreta de varias maneras. Desde el temor literal a que pueda pasarle algo malo a alguna persona concreta de nuestro entorno a la que apreciamos especialmente, hasta ser un reflejo de nuestros miedos ante posibles cambios vitales, laborales…
Nuestro inconsciente tiene formas muy retorcidas de avisarnos de que algo no marcha del todo bien. Y obligarnos a soñar con que somos atacados o agredidos, parece ser una de las maneras que ha encontrado de hacernos entender que hay alguna emoción reprimida que debemos liberar.
Los dientes, según la interpretación más habitual de los psicólogos, representan la autoconfianza. Y el hecho de que se nos caigan en un sueño puede ser un reflejo de que algo nos está haciendo sentirnos inseguros.
Buscar un lavabo y no encontrarlo
Se dice que es una pesadilla recurrente en personas que se preocupan más por las necesidades ajenas que por las propias. Yo, tal vez por mi nivel de egoísmo, jamás la he tenido.
Ser perseguido por alguien o algo
El psicólogo Ian Wallace explica que, hábitualmente, es un reflejo de la frustración que nos provoca en la vida real la incapacidad de conseguir algo que ansiamos mucho, o de lograr nuestros objetivos vitales.