Son cada vez más los estudios que señalan al vino (tinto, blanco, rosado, espumoso, orgánico o transgénico) como una panacea para todos los malos o como el responsable de nuestros achaques. Pasada la resaca de las fiestas, examinamos con lupa lo que esconde la uva.
Un reciente estudio, realizado por expertos de la Universidad de California, examinó el veredicto de tres famosas revistas especializadas (Wine Advocate, Wine Spectator y Wine Enthusiast) sobre más de 74.000 vinos producidos en California entre 1998 y 2009. El resultado demostraba que los vinos orgánicos obtenían una puntuación de 4 puntos más (sobre un total de 100) que los “normales”. Los investigadores especulan que esto podría deberse a que al no usar pesticidas, los microbios del suelo son más abundantes y colaboran en el sabor final de la uva, aumentando el concepto de “terroir”, básicamente el ecosistema del vino. La otra posibilidad es que al no usar fertilizantes, las viñas dan menos fruta y el zumo de la uva está más concentrado y sabroso.
No mucho tiempo atrás, la prensa se lleno con titulares que afirmaban que una copa de vino equivalía a una hora de gimnasio. Todo comenzó con un estudio que señalaba los beneficios del resveratrol (un antioxidante que se puede encontrar en el vino, entre otros alimentos) en el entrenamiento. El problema es que la citada investigación se había realizado en ratas, que no habían bebido vino y que habían ingerido el antioxidante como complemento. El autor principal del estudio, Jason Dyck, tuvo que salir a la palestra, para aclarar lo que algunos titulares querían vender: “Para obtener esos beneficios, habría que tomar entre 100 y mil botellas de vino”, aseguró Dyck en una entrevista.
Y puede que solo funcione en ratas…
Deporte y copas, mala idea
Si la noticia viral anterior llenó de esperanzas a millones de personas, la siguiente apenas si acaparó tituares, qui´zas porque demostraba lo opuesto. Un estudio realizado por expertos daneses habría demostrado que los efectos del resveratrol en personas de más de 60 años, reducía los efectos positivos del ejercicios. También hay que señalar que dicha investigación se realizó en solo 27 voluntarios, un universo muy pequeño para extraer conclusiones determinantes.
La variación de azúcar entre ambas variedades no afectaría tanto, pero sí ayudaría, según una investigación, efectuada en casi 370.000 voluntarios a lo largo de 12 años, a reducir el riesgo de diabetes de tipo 2.
¿Es mejor que otras bebidas?
Siempre se habla del vino, (en particular del tinto), como un posible reductor de enfermedades cardiovasculares. Pero un estudio, realizado con 38.000 expertos en salud, destaca que no es mejor que la cerveza u otras bebidas espirituosas en este sentido. Siempre hablando de consumo moderado, desde luego.
Tras analizar más de 100 estudios epidemiológicos, una investigación concluyó que el consumo moderado de vino aumentaría el riesgo de padecer cáncer de pecho.