Aunque parezca increíble, solamente un 11% de la superficie terrestre del planeta es cultivable. Según previsiones de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), en 2050 seremos 9.000 millones de seres humanos y será necesario aumentar en un 70% la producción agrícola.
Una solución para incrementar el rendimiento puede llegar de la mano de los satélites.
Para los agricultores es sumamente difícil y oneroso descubrir las cantidades de semillas, fertilizantes y agua que se deben usar en un área cultivable. Los análisis de tierra son costosos, y a veces no están disponibles en la zona.
Los satélites, en cambio, miden la radiación electromagnética reflejada por la tierra. Esto permite saber las propiedades del suelo, la cantidad de cultivo, los niveles de clorofila, minerales y humedad. Si a esto se le suman los avanzados pronósticos meteorológicos actuales, se pueden producir mapas sumamente fiables de qué, cómo, cuándo y dónde cultivar. Una cooperativa francesa llamada Sevépi, por ejemplo, envía correos electrónicos a sus miembros cinco veces al año. En ellos se destacan mapas de sus tierras, divididos por colores, en los que se recomienda una de las 50 fórmulas de fertilizantes. También se analiza el crecimiento de los cultivos y se prescribe la mejor fecha para la cosecha de cada sector y especie.
Tractores dotados con GPS realizan la tarea sugerida para cada área. El rendimiento se eleva al menos un 10% gracias a estas ayudas.
En la divisoria entre la India y Pakistán se encuentran las arenas del desierto de Thar (naranja). La imagen, obtenida por el satélite Landsat, muestra un área de 180 kilómetros cuadrados en la que destaca una pequeña zona cultivada (verde) y algunas nubes (blanco).
Copos de nieve desde las alturas
A cientos de kilómetros sobre la región de Manchuria, China, el satélite obtuvo esta fotografía de los campos nevados cercanos a la ciudad de Harbin. Esta región es un centro industrial que produce cerca de 3.000 bienes distintos y exporta a 100 países.
En las tierras fértiles de Kazajstán nada es sencillo. La lucha contra la nieve es fácil. Lo complicado es proteger los cultivos del viento. Todas las líneas rectas son muros construidos con este objetivo. Las zonas circulares, en cambio, son pozos de agua que nutren la tierra.
Si pensabas que en Arabia Saudí se exportaba más que nada arena y dunas, te has equivocado. Allí se encuentra Tadco Farm, una explotación agrícola capaz de producir un millón de toneladas de alfalfa y 150.000 toneladas de patatas. Todas, de excelente calidad.
En la provincia sudanesa de Al Jazirah se unen el Nilo Blanco y el Azul. Los agricultores locales se han aprovechado de las crecidas para crear un collage de zonas cultivadas que recorre miles de kilómetros y se ha convertido en uno de los sistemas de irrigación más grande del mundo.
La represa de Itaipú, que encierra al río Paraná en el límite entre Paraguay y Brasil, muy cerca de Argentina, es una zona de agricultura intensiva. Los colores, desgraciadamente, no son reales. El satélite Spot-4 Earth utilizó luz infrarroja para obtener esta imagen.
La ciudad de Snyder, Texas, fotografiada por el satélite Nasa Earth Observing-1 en diciembre de 2009. Menos de un año después fue víctima de un terremoto. Los lugareños aseguran que el cambio de tierras de agricultura a pozos para obtener petróleo tuvo algo que ver.
La irrigación es vital. Los pequeños puntos verdes que se ven son, justamente, pivotes para regar las zonas hasta entonces yermas. La columna de humo de la esquina superior derecha se encuentra cerca de un pequeño aeropuerto. La imagen se obtuvo gracias al Landsat 7.
Me pareció ver un lindo conejito…
El paisaje australiano ha sido alterado por los conejos, una verdadera plaga. Los agricultores locales han creado una valla que recorre el centro de la imagen y deja a la izquierda las tierras cultivadas. El río Murray (azul) es otra barrera contra ellos.