Unas semanas atrás se publicaba un estudio en Nature que señalaba la importancia del análisis de la materia fecal para estudiar la transmisión del virus SARS-CoV-2 que causa la COVID-19.
Ahora, un grupo de científicos de la Universidad Ben-Gurion del Negev (BGU) han desarrollado un nuevo sistema para rastrear este virus en los sistemas de alcantarillado y aguas residuales. El método podría usarse para rastrear brotes, existentes y futuros, del coronavirus.
De acuerdo con los responsables de crear este sistema, el control de las aguas residuales puede ser efectivo cuando las pruebas clínicas sean deficientes para determinar la tasa de infección. Las aguas residuales pueden proporcionar mejores estimaciones para determinar cuántos están infectados pero no han sido analizados y son asintomáticos o tienen síntomas leves. Si el virus se identifica en las aguas residuales, utilizando el tamaño de la población, los investigadores pueden calcular la cantidad de virus en las heces y luego extrapolar el número de personas infectadas en una población.
El equipo de investigación, liderado por Ariel Kushmaro, ya ha determinado que el SARS-CoV-2 se transfiere a través de las heces a las aguas residuales, y ahora está tratando de determinar si el virus sigue siendo contagioso en ese ambiente. Los coronavirus anteriores, como el SARS, solo podían sobrevivir por debajo de 20 ° C durante largos períodos en aguas residuales. Ahora se busca confirmar si el SARS-CoV-2 todavía es capaz de infectar a alguien o si solo está presente en las aguas residuales y no es contagioso.
En 2013, esta tecnología permitió que el mismo equipo de BGU descubriera un brote de polio en las aguas residuales, por lo que sabían que el virus estaba en la población. Para países como Israel, que reutilizan las aguas residuales o España (líder en Europa en este sentido) es fundamental determinar si el virus se está transmitiendo a través de excrementos humanos y si sigue teniendo capacidad de infectar a otro.