Un estudio pone de manifiesto que la mayoría de los artículos sobre las ventajas del alcohol para la salud están financiados indirectamente por empresas alcoholeras
Hace unos años se publicó en una prestigiosa revista científica un estudio de la Universidad de Cádiz en el que se corroboraba que la cerveza permitía a los deportistas rehidratarse con tanta eficacia como el agua. Se olvidaban mencionar que en la prueba bebían cerveza además de agua, pero había un detalle aún más importante. El estudio estaba financiado por la Asociación de Cerveceros de España a través de otra institución dedicada al estudio de la cerveza y estilos de vida.
Precisamente este es el problema de muchos estudios que han aparecido en los últimos años sobre los efectos saludables del alcohol: el conflicto de intereses.
En un informe publicado en el European Journal of Public Health, los científicos de la Universidad de York, en el Reino Unido, examinaron miles de estudios sobre el consumo de alcohol y encontraron que ha habido un aumento del 56 por ciento en las investigaciones financiadas por las empresas fabricantes de bebidas alcohólicas o las organizaciones comerciales afiliadas desde 2009.
El equipo de científicos identificó más de 11.000 estudios que fueron financiados directamente por las compañías que fabricaban alcohol
Otro estudio que provocó titulares en prensa en 2016 afirmaba que «una pinta de cerveza al día podría protegerte de los ataques al corazón». Las noticias se basaron en un estudio científico revisado por pares que encontró que el consumo moderado de cerveza podría tener algunos efectos protectores para el sistema cardiovascular. De nuevo, el estudio fue financiado por una asociación italiana de comercio de cerveza.
El equipo de científicos identificó más de 11.000 estudios que fueron financiados directamente por las compañías que fabricaban alcohol. La práctica habitual es que esto se mencione al final del estudio en un apartado llamado, preciosamente, conflictos o declaraciones de intereses. También es habitual que los medios generalistas que informan de las conclusiones del estudio no presten atención a este apartado.
El estudio de York pone de manifiesto que las compañías fabricantes de alcohol están invirtiendo menos en la investigación de los efectos sobre la salud, pero por el contrario cada vez apoyan con más financiación a organizaciones sin ánimo de lucro que estudian estos efectos bajo la pretensión de ser imparciales y basadas en criterios científicos.
Aunque recibir fondos de una industria relevante para la investigación científica no necesariamente significa que los hallazgos sean falsos, sí aumenta el riesgo de un conflicto de intereses, es decir, que se incluyan u omitan informaciones según los intereses de quien paga el estudio.
La participación de la industria alimenticia en la investigación no es nada nuevo. Por ejemplo, conocidas empresas de refrescos y comida rápida mantienen en España la Fundación Española de la Nutrición, que publica informes periódicos sobre nutrición y salud.
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