Los temporales de nieve y frío como el Filomena que ha barrido España en enero también forman parte de los fenómenos meteorológicos extremos que trae el calentamiento global
Como cada vez que nieva, tu cuñado en la comida del domingo y algún político oportunista aprovechan para hacer chistes diciendo que con el frío que hace, no es posible que el planeta se esté calentando.
Los negacionistas del cambio climático tienen a confundir el clima con el tiempo atmosférico. Cuando llueve en los desiertos suele ser en forma de grandes tormentas que provocan inundaciones. Si estás en el desierto el día que llueve podrías pensar que el clima es lluvioso, cuando en realidad es extremadamente seco.
Otros efectos del cambio climático son los llamados eventos climatológicos extremos. El planeta se está calentando y ya hayamos superado en un grado la media histórica previa a la revolución industrial. Sin embargo este aumento de las temperaturas hace que los fenómenos meteorológicos extremos sean más frecuentes y violentos.
El 69% de los eventos climatológicos extremos son a causa del cambio climático
Los incendios en Alaska y Australia por el calor, los huracanes cada vez más frecuentes y devastadores en el Caribe, las inundaciones en Francia o las olas de calor en China, todo ello son eventos extremos.
En un informe de Carbon Brief que reúne datos de 300 estudios de atribución, se comprobó que el 69% de los fenómenos meteorológicos extremos tienen como causa común el calentamiento global producido por la actividad humana.
Es cierto que los fenómenos extremos más comunes causados por el cambio climático son las sequías y las las de calor, que constituyen la mitad de los casos. Sin embargo, el frío extremo y las nevadas, aunque sean menos frecuentes, también pueden producirse con mayor virulencia a causa del cambio climático.
El primer mecanismo por el cual el cambio climático podría haber afectado a la tormenta es bastante básico: el calentamiento de las temperaturas lleva a la evaporación del agua, lo que lleva a una atmósfera más húmeda, lo que conduce a más precipitaciones.
Más precipitaciones significan mayores posibilidades de inundaciones, pero también de nevadas, cuando las temperaturas son suficientemente bajas y el aire húmedo choca con una masa de aire frío.
Esto es lo que ha ocurrido precisamente con el temporal Filomena que ha barrido España en enero. Una borrasca atlántica cargada de agua se ha encontrado con una corriente de aire frío procedente del Polo Norte, dejando nevadas y bajas temperaturas que no se registraban desde hacía medio siglo.
Todavía no se sabe con total certeza hasta qué punto el calentamiento global ha determinado este temporal en concreto, para esto es necesario un estudio de atribución una vez haya pasado.
Los científicos han advertido desde hace tiempo que el cambio climático traerá tormentas más frecuentes, más húmedas y de movimiento más lento. Si la tormenta de este fin de semana nos muestra algo, es que el cambio climático no solo significa más sequía y huracanes.
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