¿Alguien sabría decir qué son los astillejos? Si eres mayor de 60 y vives en un pueblo de Las Alpujarras seguro que los identificas con las estrellas gemelas Castor y Pólux. Y es muy posible que tengas quebrancía  y no lo sepas.

Si eres de Puente Genil (Córdoba) seguramente sabes que si sufres achaques de la vejez lo que tienes son dolamas. Y si vives en  La Mancha casi seguro que tildarás de galga a una persona loca por los dulces.

Un equipo de investigadores de la Universidad de Granada ha puesto en marcha el proyecto Vitalex, una especie de termómetro para medir la salud de palabras que podrían tener los días contados. Parten del Atlas lingüístico y etnográfico de Andalucía que el profesor Manuel Alvar editó en los años 50.

Entonces mostraron más de 2.000 palabras a personas de distintas zonas para ver si las identificaban, eran hombres de más de 55 años, analfabetos, o con poca comunicación con el habla oficial. Setenta años más tarde, el profesor Gonzalo Águila Escobar y su equipo han propuesto el mismo cuestionario, ampliado a mujeres y jóvenes. Ha pasado la encuesta a 60 personas de 6 pueblos de La Alpujarra de Granada. Y  empiezan a tener conclusiones, la primera es alentadora: se mantienen más palabras de las que se pierden. Como era de esperar, los mayores las conocen más que los jóvenes.

Arreboles de la noche, a la mañana son soles

Hay palabras perdidas, sin embargo los alpujarreños siguen llamando arrebol a las nubes rojizas que les facilitan la predicción del tiempo. Algunas tienen una vida particular. Casi nadie sabe lo que es la rempuja, un sombrero que se usaba para segar, sin embargo, en uno de los pueblos se mantuvo porque se lo ponen en las fiestas. Otras han cambiado por completo, como llamar a la hernia  quebrancía y al Párkinson, paralís. Algunas se conocen, aunque se van cambiando por otras, como se ve en estos dos mapas de uso de las palabras sostén, prenda a la que ahora es más común llamar sujetador o palomica antes aplicada a cualquier mariposa y ahora solo a las polillas.

 

Las palabras, como las especies, evolucionan o desaparecen. También nacen nuevas y pueden asentarse. Sobre todo dependen de quiénes las hablan; si no hay hablantes, no hay lengua. A la pregunta de si cada vez se habla peor, la catedrática Inés Fernandez-Ordoñez contesta: “No lo creo. La lengua evoluciona de forma natural y es un sistema eficaz en todas las épocas. Se habla mal, entre comillas, cuando no tiene hablantes; ese es el problema de una lengua”.

La RAE ha eliminado de su diccionario 2.793 palabras que llevan casi 100 años sin usarse, entre ellas, cuñadez

La desaparición de expresiones es patente; en los últimos años, la RAE ha eliminado de su diccionario 2.793 palabras que llevan casi 100 años sin usarse. Una pena, porque hay algunas preciosas y precisas que siguen teniendo mucho sentido, como cuñadez o porfijar (adoptar un hijo).

Otras, la academia las clasifica como desusadas; una preciosa es cras (mañana), que ha servido para formar el verbo procrastinar; muy económicos son los adverbios yuso (abajo) y suso (arriba); y muy expresivas bajotraer (abatimiento), ergullir (envanecerse), durindaina (justicia), citra (del lado de acá) o lueñe (lejos).

Pero también hay personas que por su cuenta y riesgo y sin ser filólogas, intentan conservar el habla de su lugar de nacimiento. El libro “Palabras pontanas” que en el Ayuntamiento de Puente Genil (Córdoba) le publicaron a Felisa Agudo es una recopilación de dichos que oía esta pontana y que comprobaba después que eran de dominio público en su localidad. Hay expresiones tan divertidas como chambolcao (delicado de salud), falandrasca (mujer ordinaria) o ñáñaros (perteniecientes a una secta malvada) y otras tan adecuadas y de las que no se conocen sinónimos como galfar, que es lavarse la cara con agua con las dos manos o jerpí, que es una cantidad exagerada de cualquier cosa.

Cuánto tardarán en desaparecer del habla pontana esas expresiones o de las bocas de los turolenses palabras como espolsar o somordo?

El profesor Águila Escobar apunta que muchas palabras se eliminan porque los objetos ya no están en uso. Arado y yugo (ubio, en Las Alpujarras) no se han perdido del todo, pero sí las partes del arado, como birorta o mancera. Para el lingüista Jorge Boere : “Las lenguas cambian cuando interaccionan con otras. Si una tribu realiza intercambios con otra, empezarán a utilizar palabras específicas y frases para los objetos de intercambio. Si una tribu pequeña, pero poderosa, subyuga a una tribu más grande, importa vocabulario y estilos de habla de la lengua de la elite. A menudo una o la otra desaparece, dejando atrás a un profundamente alterado vencedor”. Entiéndase tribu en un sentido amplio.

“Los lingüistas -dice el profesor de biología Joshue Plotkin- suelen suponer que cuando se produce un cambio en un idioma es porque una fuerza direccional lo causó. Nosotros proponemos que las lenguas también pueden cambiar solo por azar. Un individuo escucha una variante de una palabra y a partir de aquí es más probable que la use. Si los cambios casuales se acumulan durante generaciones pueden provocar modificaciones sustanciales“.

Todo esto podría resultar viejuno, sin embargo, la palabra viejuno no «existe»

Además de la influencia del inglés, los medios de comunicación son ahora tan rápidos que de un día para otro proponen expresiones incluso tradicionales que obtienen éxito inmediato. Es el caso de viejuno, un adjetivo manchego que por obra de un grupo de cómicos se ha incorporado al habla española, lo dice todo el mundo pero la RAE de momento solo admite en Centroamérica viejurgo.

La vida de las palabras en el idioma español depende de muchos factores y uno de los principales es la diversidad de los lugares donde se habla. Solo como ejemplo, estos son algunos nombres que se le puede dar a la amapola silvestre (Papaver rhoeas): ababol, apajico, beril, cacarequec, cascojo, cojoncillo, flor de lobo, fraile, gallo, loraguillo, maripola, mayandero, monaguillo, monja, pamplosa, papoila, pipirigallo, pipiripip, rosella, yerba-viento. Seguro que hay muchos más para una sola especie.

Los insultos de El Capitán Hadock no se usan en twitter

También las hay inventadas o aplicadas de forma aleatoria. Lo más sonoro son los insultos. El Capitán Hadock de Tintín traducido al castellano tenía algunos soberbios como: Bachi-buzuk, coleóptero, ectoplasma, giróscopo, bebe-sin-sed, anacoluto, bibendum.

Pero, si queremos rescatar algunos tradicionales, que por desgracia están agonizando, estos son correctísimos: badulaque, palurdo, mendrugo, papamoscas, pisaverde, botarate, pelafustán, juzgamundos, gaznápiro, mangurrián, rompegalas, zangolotino, camasquince, farruco, pelagatos, necio, inane, gil, mandria, tiquismiquis…