¿Cómo consiguen los pájaros cantores que migran cada año cruzar un desierto para llegar a su destino? Un nuevo estudio ha desvelado su estrategia
El ecólogo Sissel Sjöberg llevaba años haciéndose una pregunta: ¿Cómo es posible que un pájaro tan pequeño como la reinita común (foto superior) pueda cruzar un mar o el desierto en sus épicas migraciones?
Aunque solo pesan la mitad de una pelota de golf, son capaces de recorrer 7000 kilómetros entre el norte de Europa y el África subsahariana dos veces al año. ¿Pero cómo logran cruzar un desierto?
Ahora, un nuevo estudio ha desvelado su estrategia. Estos pequeños voladores nocturnos se elevan a la salida del sol a alturas de hasta 6000 metros, tres veces más alto de lo que vuelan normalmente. Y así pueden mantener el vuelo incluso después del amanecer, cuando las temperaturas son ardientes.
No solo vuelan de noche, sino que mantienen el vuelo cuando repunta el sol. Al cruzar un desierto, se encuentran con una diferencia de temperatura entre el día y la noche que puede superar los 22º.
Para escapar del calor que desprende el día, si estás cruzando un desierto, se elevan muy por encima de lo que los científicos habían imaginado. Algunas de estas aves ascienden a más de 6000 metros de altura, de este modo se mantienen frescas y pueden continuar el viaje.
Sin embargo, estas altitudes pueden resultar estresantes. A 6000 metros, el oxígeno es escaso y la temperatura está por debajo del punto de congelación. Así que sus cuerpos son máquinas perfectas para mantener su calor a pesar del frío.
Para escapar del calor del desierto
Las aves de más de 4000 especies, incluidos miles de pájaros cantores, migran a través de largas distancias cada año.
Es un desafío equipar a los pájaros cantores pequeños con los dispositivos de rastreo que hacen posible tener información sobre cómo lo consiguen. Pero encontraron la fórmula.
Sissel Sjöberg se unió al laboratorio del ecoinmunólogo Dennis Hasselquist de la Universidad de Lund para encontrar una manera de seguir sus vuelos. Juntos estudiaron a la curruca común (Acrocephalus arundinaceus), pájaros cantores, durante 40 años. Y desarrollaron un dispositivo que es posible colocarles sin afectarles a sus vuelos, y que les permite tomar datos sobre su posición. Es algo así como una mini mochila que permite su rastreo.
Para rastrear a las currucas, que son aproximadamente la mitad del tamaño de un petirrojo, Sjöberg, Hasselquist y sus colegas los equiparon con registradores de datos, pequeñas mochilas que pueden monitorear a qué altura y dónde vuelan en sus viajes semestrales entre Suecia y África.
Los investigadores colocaron las mochilas en 63 aves y recuperaron datos útiles de 14.
Volar de noche y elevarse lo más alto posible al amanecer
Uno de los pájaros del estudio estuvo en el aire durante más de 32 horas
Como era de esperar, las aves migrantes generalmente pasaban la noche volando y descansaban durante el día. Pero al rastrearlas encontraron que las aves que han de cruzar un mar de agua o un desierto mantenían el vuelo al amanecer, literalmente trepando cielo arriba.
Uno de los pájaros del estudio estuvo en el aire durante más de 32 horas. Y en lugar de permanecer en altitudes típicas de menos de 2000 metros, algunas aves se elevaron a más de 6000 metros. El estudio ha sido publicado en Science.
No llegan tan alto como los gansos, que alcanzan los 8000 metros mientras rozan el Himalaya , pero sigue siendo una tarea difícil, dice Sjöberg. “Nunca nos habíamos imaginado que los pájaros cantores volarían tan alto con regularidad”.
Estas altitudes pueden resultar estresantes. A 6000 metros, el oxígeno es escaso y la temperatura está por debajo del punto de congelación.
De alguna manera, los pájaros pueden arreglárselas. “La facilidad con la que vuelan tan alto es asombrosa”, dice Wikelski. Al igual que otros pájaros cantores migratorios, las reinitas tienen corazones y sacos de aire relativamente grandes en los pulmones diseñados para aumentar la velocidad y la eficiencia del intercambio de oxígeno.
Cuando vuelan al anochecer, el problema no es el calor, sino el frío. Los músculos de vuelo mantienen al ave caliente, a pesar de la caída de temperatura que puede ser de hasta 22 ° C.
A medida que amanece, los rayos del sol pueden pasar factura, y «la única forma en que pueden contrarrestar este calentamiento externo es elevándose abruptamente al amanecer», especialmente al cruzar el Sahara, explican los científicos.
Esta necesidad de mantenerse fresco puede ayudar a explicar por qué otras aves suelen migrar de noche.
El trabajo utilizando datos de radar para monitorear a los animales que se mueven a través del Sahara occidental había sugerido que algunas aves vuelan durante el día, posiblemente aprovechando los vientos favorables de cola.
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