La NASA ha detectado los primeros momentos de la explosión de una supernova con detalles nunca antes vistos

Cuando grandes estrellas se quedan sin combustible, su núcleo colapsa y libera una gran cantidad de energía en forma de una inmensa explosión. Esto es una supernova. En estos eventos se forman los átomos más pesados del universo, como el oro o la plata. Las supernovas son sucesos tan energéticos que el propio espacio-tiempo se deforma, creando ondas gravitacionales que llegan hasta nosotros y nos dan pistas sobre el origen del universo.

A pesar de ser tan importantes para los científicos, raramente se puede estudiar a las supernovas con comodidad. No es posible predecir cuándo van a ocurrir las supernovas, y cuando se encuentran, lo más probable es que el proceso ya esté avanzado.  Por este motivo, los científicos estudian los fenómenos asociados a las supernovas, como su gigantesco campo magnético. Nunca se había podido analizar el inicio de esta explosión, hasta ahora.

Un golpe de suerte estelar

El telescopio Kepler de la NASA recogió en 2017 unos datos que la Universidad Nacional Australiana ha podido interpretar como la información más temprana de una supernova jamás detectada. Por pura suerte, el Kepler detectó los ecos iniciales de este evento espacial.

Los datos proceden de la onda luminosa que se genera al inicio de la explosión. La estrella cambia de color en una fase conocida como “curva de enfriamiento por choque”, y que da pistas sobre el tipo de estrella que ha explotado. Esta curva permite crear de un modelo para identificar otras estrellas que se convirtieron en supernovas, pero que no pudimos contemplar en su inicio.

Los investigadores han identificado a la estrella original de esta supernova como una supergigante amarilla, cien veces más grande que el Sol. Las estrellas más pequeñas, como nuestro astro, no generan supernovas al morir, sino estrellas enanas. En en otro extremo, las estrellas más grandes del universo terminan convertidas en agujeros negros tras la explosión.

Según Patrick Armstrong, investigador de la Universidad Nacional Australiana,”los astrónomos de todo el mundo podrán utilizar el SW17 (así ha nombrado el modelo) y estar seguros de que es el mejor modelo para identificar estrellas que se convierten en supernovas”.

“A medida que se lancen más telescopios espaciales, es probable que observemos más de estas curvas de enfriamiento por impacto”, continua Armstrong. “Esto nos brindará más oportunidades para mejorar nuestros modelos y desarrollar la compresión de las supernovas y saber de dónde provienen los elementos que compone el mundo que nos rodea”.

REFERENCIAS

SN2017jgh – A high- candence complete shock cooling lightcurve of a SN IIb with the Kepler telescope

Créditos imagen de cabecera: NASA