El sistema es revolucionario porque quema y despega los residuos del cristal, pero Mary Anderson, en 1903, fue la primera que inventó una solución para mejorar la visibilidad en caso de lluvia

El fundador de Tesla saca de vez en cuando un conejo de la chistera con los que sigue acaparando titulares y despertando el interés de los aficionados a la tecnología. Su último invento es un limpiaparabrisas que, en lugar de utilizar escobillas convencionales, recurre al láser para barrer la suciedad. La idea ya ha sido inscrita en la Oficina de Patentes y Marcas Registradas de los Estados Unidos y basa su funcionamiento en láser de pulsos que, al vibrar, despegan y queman la suciedad depositada en el cristal.

Para saber cómo debe actuar y con qué intensidad utiliza un sistema de cámaras que recopilan información sobre el tipo y la cantidad de suciedad que debe eliminarse. La información obtenida se envía al sistema para determinar la intensidad de los pulsos del láser.

Limpiaparabrisas patentado por Elon Musk

Dibujo que figura en la solicitud que Elon Musk presentó en la Oficina de Patentes de Estados Unidos.

«Esta tecnología permitiría también mantener limpias las cámaras que se utilizan en los Sistemas Avanzados de Asistencia a la Conducción (ADAS)», aseguran en Carglass.

Producir en serie este sistema supondría una revolución porque los limpiaparabrisas apenas ha cambiado desde que en 1903 los ideara Mary Anderson. Esta mujer tenía una gran iniciativa. Era viticultora, gestionaba un rancho de ganado… Se convirtió en inventora casi por casualidad. No estaba en sus planes desde luego, pero estando un día en Nueva York tuvo que coger un tranvía. La temperatura era extremadamente baja y llovía copiosamente. El conductor de aquel transporte, en un intento por ganar visibilidad, sacaba medio cuerpo por la ventanilla y barría con su brazo el agua del cristal con todo lo que eso implica en el campo de la seguridad.

Un invento de hace más de cien años

Anderson, que no era ingeniera pero sí muy lista, identificó el problema y su oportunidad y pensó que una escobilla podía hacer el mismo trabajo que aquel hombre. Cuando regresó a Birmingham, en el estado de Alabama (EE.UU.) contrató a un diseñador para que dibujara la idea que ella tenía en la cabeza y también contactó con una industria local para que desarrollara un prototipo que le permitiera registrar el invento. La patente se le concedió y así nació el primer limpiaparabrisas de la historia solo que, a diferencia de los actuales, se accionaba desde el interior del vehículo. Tenía una palanquita que el conductor de cada coche tenía que mover en un sentido o en otro y que llevaba una serie de contrapesos para asegurar siempre el contacto de la escobilla con el cristal.

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El sistema de Mary Anderson era muy rudimentario pero sentó las bases de los limpiaparabrisas actuales.

Mary Anderson intentó vender su invento a los fabricantes de coches, pero la producción de automóviles era todavía artesanal. La fabricación en serie no llegó hasta 1908 con el Ford T. De ahí que la pequeña industria del momento rechazara el ingenio argumentando que podía distraer al conductor. Los empresarios del sector consideraron que no merecía la pena perder ni tiempo ni dinero en la solución que proponía Anderson. Cuando venció la patente, diecisiete años después, el mundo del automóvil había salido de su fase artesanal y las cadenas de montaje arrancaban. Entonces las marcas de coches sí empezaron a ver interesante el artilugio de Anderson. Tanto, que Cadillac lo introdujo en sus coches de serie en 1922.

Hay quien dice que a la incomprensión del talento de aquella mujer contribuyó su carácter independiente, no tener marido ni hijos y que su padre muriera cuando ella tenía 4 años. Probablemente, si Elon Musk hubiera vivido en ese momento habrían llegado a algún tipo de acuerdo.