El reino de Tartessos, plagado de mitos e identificado a veces con la Atlántida, desapareció hace 2.500 años, pero ¿dónde estaba su capital?
Hace unos 3.000 años, los historiadores griegos hablaban de una ciudad, Tartessos, capital de un reino rico en metales. El problema es que, hasta hoy, nadie se ha puesto de acuerdo sobre dónde estuvo esa ciudad.
Para muchos historiadores y arqueólogos, Tartessos era un reino organizado alrededor de una ciudad, entre los siglos XII al V a.e.c. Para otros, Tartessos era un río (el actual Guadalquivir), un golfo o una montaña. Su repentina desaparición hace 2.500 años hizo que algunos especularan con la idea de que se trataba de la mítica Atlántida. La realidad, como siempre, es más prosaica pero, al mismo, tiempo más fascinante.
Tartessos aparece en el Periplo massaliota, un manual griego para marineros comerciantes del siglo VI a.e.c., en el que se describe la ruta entre Massalia (la actual Marsella) y las islas británicas, y todo lo que se podía encontrar por el camino. El libro se perdió, pero nos ha llegado por una adaptación que el historiador romano Avienus escribió en el siglo IV de nuestra era. Allí se puede leer:
Aquí se halla la ciudad de Gadir, llamada antes Tartesso. Aquí están las Columnas del tenaz Hércules, Ábila y Calpe (ésta se encuentra a la izquierda del territorio mencionado; aquélla, próxima a Libia): retumban bajo el recio septentrión, pero aguantan firmes en su emplazamiento.
Para Avienus, Tartessos era la actual Cádiz. Pero otros textos de diferentes historiadores antiguos indican que el reino de Tartessos estaba en la provincia de Huelva. El problema es que las ruinas de la ciudad han desaparecido, alimentando el mito.
Gadir era un asentamiento fenicio, y los fenicios se referían a ella como «su ciudad en Tartessos», lo que seguramente llevó a confusión. Más recientemente, se ha formulado la tesis de que el núcleo de la civilización tartesia podría estar en la región del estrecho de Gibraltar, en una isla fluvial de la hoy desecada laguna de La Janda.
El reino del metal
La historia y los mitos de la cultura de Tartessos indican que se trataba de una civilización dedicada el comercio, especialmente de los metales extraídos de sus minas: oro, plata, cobre y estaño.
En efecto, esto es lo que se podía encontrar en el río Tinto, uno de los más importantes de Huelva, que recibe este nombre por el color de sus aguas, saturadas de minerales. Incluso en la Biblia hay una referencia a los metales de Tarshish, en el libro de Salomón, aunque hoy se cree que podría ser un nombre similar de un puerto en el Mar Rojo.
Aunque no se hayan encontrado las ruinas de una gran capital, y abunden los mitos, en España quedan restos muy reales de esta civilización de comerciantes. Por ejemplo, en 1958, en la localidad de Camas, Sevilla, se encontraron 21 piezas de oro en el cerro del Carambolo.
Este tesoro parece ser el ajuar de una sola persona, y aunque el oro era de procedencia local, el estilo estaba influido por el de otras joyas fenicias, lo que confirma las relaciones comerciales de Tartessos con otros pueblos del Mediterráneo.
El arqueólogo José María Luzón fue el primero en identificar Tartessos con la región de la actual Huelva. Además del oro de El Carambolo, en este territorio se han descubierto cientos de artefactos en la necrópolis de La Joya y en el cerro Salomón. También se han encontrado restos tartessos en excavaciones que abarcan desde el Cancho Roano, en Badajoz (Extremadura) hasta la ciudad de Asta Regia, en Cádiz.
Se supone que en su época de máximo esplendor, Tartessos se extendía desde el Algarve, al sur de Portugal, hasta el río Vinalopó en Alicante, bajo el reinado del tartesio Argantonio, un monarca auténtico (hay otros que son míticos) que reinó más de 100 años. Este dato lleva a pensar que se trataba de una dinastía, en lugar de una sola persona.
Tartessos desapareció de repente en el siglo V a.e.c. En la batalla naval de Alalia (frente a la isla de Córcega), en 535 a.e.c., los griegos fueron derrotados por una coalición de cartagineses y etruscos. Los historiadores piensan que Tartessos se quedó, entonces, sin un importante aliado comercial, y que el declive de este gran reino fue más parecido a un desplome bursátil que a un apocalipsis guerrero.
Había llegado la época del dominio cartaginés del Mediterráneo, pero no pudieron disfrutar mucho tiempo de él. En unos pocos siglos, el Imperio romano les arrebataría todo y conquistaría la totalidad de Hispania. Pero esa es otra historia.
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