El Museo Metropolitano de Arte de Nueva York muestra las estatuas de la Grecia clásica tal y como fueron en su tiempo: pintadas de brillantes colores
En muchos museos del mundo hay estatuas de la Grecia clásica o, al menos, reproducciones de las más famosas, como la Venus de Milo o el Hermes de Praxíteles. En la mayoría de los casos se trata de un pedestal tras otro con bellísimas figuras de mármol blanco y ojos vacíos. Así era la escultura de la Antigua Grecia, ¿verdad?
Pues no. Una nueva exposición en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York (Met) muestra en sus galerías recreaciones de cómo eran realmente estas estatuas: estaban pintadas con colores chillones y dibujos.
Según el director de museo, Max Hollein: «Para algunos será un shock, pero hay que entender que nuestra idea actual, blanqueada, de la antigüedad griega y romana es errónea. Es falsa».
En las galerías, las coloridas piezas reconstruidas se colocan junto a sus originales o piezas similares de mármol blanco, a las que estamos más acostumbrados.
El conocimiento de que la escultura griega y romana estaba pintada de forma brillante no es nuevo. En una galería, hay una acuarela de partes de la Acrópolis cuando se excavó en 1888: está claro que los segmentos arquitectónicos salieron del suelo con colores vivos. En los museos de todo el mundo, se conservan toques de color en las estatuas de la antigüedad.
Sin embargo, de alguna manera, ese conocimiento se perdió. Vinzenz Brinkmann, jefe del Departamento de Antigüedad de la Colección de Escultura Liebieghaus de Frankfurt, afirma que cuando empezó a investigar la policromía, hace 40 años, nadie recogía las pruebas claramente visibles, excepto él y su esposa, la arqueóloga Ulrike Koch-Brinkmann. Ambos investigaron sus reconstrucciones con tecnología fotográfica y espectroscópica. También examinaron todas las obras de arte antiguasque pudieron conseguir de colecciones de todo el mundo.
Una de las piezas de las que están más orgullosos es la reconstrucción de una esfinge de la colección del Met. Encargada hacia el año 530 a.C. por los padres de un joven que había muerto, la esfinge estaba originalmente colocada en lo alto de un pedestal.
«El color transmite mucha información, y cuando se ve desde la distancia, ayuda mucho a identificar las diferentes características», explica Seán Hemingway, conservador jefe del departamento de Arte Griego y Romano del Met. «Además, muchas de estas esculturas estaban al aire libre, y en Grecia, con ese sol mediterráneo tan fuerte y brillante, necesitas esos colores brillantes porque se apagan un poco, se desvanecen», añade.
Los griegos eran grandes narradores, según Seán Hemingway. Estas esculturas solían colocarse en los templos de los dioses o como monumentos conmemorativos. Cuando la gente las veía, entendía inmediatamente los diferentes hilos de la historia y los mitos a los que aludían. «Como la esfinge, que es la «figura del guardián». Está la famosa historia de la esfinge en la encrucijada y de tener que responder a las preguntas: esa esfinge también estaba sobre una columna. Así que cualquiera que viera esta esfinge habría pensado en esta peligrosa criatura que puede matarte y puede hablarte».
La esfinge reconstruida está colocada cerca de la esfinge original, donde los visitantes pueden ver manchas de color en el cuerpo de la figura. De hecho, las 17 reconstrucciones griegas y romanas están situadas cerca de piezas similares en las galerías, y abarcan desde la primera edad del bronce hasta el siglo II e.c. Incluyen dos figuras de bronce atrapadas en el momento después de un combate de boxeo, con las heridas pintadas de rojo y los ojos tan realistas que uno podría imaginar que se están mirando de verdad.
Los griegos aprendieron las técnicas artísticas de Egipto, Mesopotamia y Asia. «En el punto final de esta evolución, aprendieron a engañar al ojo humano», dice Brinkmann. «Sabemos por las fuentes escritas que las esculturas de bronce de este periodo se percibían como super realistas, a menudo la gente miraba a esas estatuas en los santuarios griegos y no sabía exactamente qué pensar: ¿Me está hablando esto? ¿Se mantendrá esto en pie? ¿O es sólo bronce?».
La exposición Chroma podrá verse en el Metropolitan Museum of Art de Nueva York hasta marzo de 2023.