Una investigación de la Universidad de Pensilvania y el Hospital Infantil de Filadelfia ha determinado que hay una asociación entre las restricciones al aborto y los suicidios entre mujeres en edad reproductiva
Cuando en junio se conoció la sentencia del Tribunal Supremo en el caso Dobbs contra Jackson, que anulaba el derecho al aborto en Estados Unidos que Roe contra Wade había otorgado en 1973, las conversaciones sobre el acceso a la atención reproductiva adquirieron una urgencia renovada en todo el mundo. Pero casi un año antes, un equipo interdisciplinar de la Universidad de Pensilvania y el Hospital Infantil de Filadelfia (CHOP) había empezado a reflexionar sobre este tema.
Ahora, en los resultados publicados en JAMA Psychiatry, Ran Barzilay, de la Facultad de Medicina Perelman y del CHOP, Jonathan Zandberg, de la Wharton School, y Rebecca Waller, del Departamento de Psicología de la Facultad de Artes y Ciencias de la Universidad de Pensilvania, muestran que restringir el acceso al aborto está relacionado con un mayor riesgo de suicidio en las mujeres en edad reproductiva. No hallaron la misma relación en el caso de las mujeres de más edad ni en el de las muertes por accidentes de tráfico.
El estrés es un factor clave que contribuye a la carga de salud mental y uno de los principales impulsores del aumento del riesgo de suicidio, según los investigadores. El trabajo previo de Zandberg había demostrado que un acceso más restringido a la atención reproductiva crea una costosa disyuntiva entre las aspiraciones profesionales de las mujeres y sus opciones de formar una familia. Los investigadores decidieron examinar otros aspectos de esta dinámica, estudiando las implicaciones para la salud mental de la aplicación de derechos reproductivos estrictos y, más concretamente, el riesgo de suicidio, la tercera causa de muerte entre los jóvenes de 25 a 44 años en Estados Unidos.
Llevaron a cabo lo que se denomina un análisis de diferencias en diferencias, utilizando datos a nivel estatal desde 1974 hasta 2016 y cubriendo toda la población de mujeres adultas durante ese tiempo. Luego, entre las mujeres en edad reproductiva, analizaron las tasas de suicidio antes y después de que las leyes entraran en vigor, comparando esas cifras con las tendencias generales de suicidio y con las tasas en lugares sin tales restricciones.
A continuación, los investigadores examinaron si el hallazgo era específico de las mujeres en edad reproductiva o podía observarse en otras poblaciones. A modo de comparación, realizaron el mismo análisis para todas las mujeres de entre 45 y 64 años entre 1974 y 2016. No encontraron ningún efecto. Por último, examinaron otra causa común de muerte, las tasas de mortalidad por accidentes de tráfico, y no observaron ningún efecto. El control de posibles factores de confusión, como la economía y el clima político, no modificó los resultados.
Aunque los resultados no prueban que la restricción del acceso al aborto haya provocado un aumento de las tasas de suicidio, los investigadores afirman que el enfoque analítico es uno de los métodos más rigurosos para permitir la inferencia causal. Sin embargo, a pesar de las limitaciones, los investigadores afirman que los resultados tienen implicaciones clínicas, políticas y éticas. Por un lado, el reconocimiento de este vínculo puede cambiar la forma en que los médicos y otros profesionales sanitarios abordan la clasificación del riesgo de suicidio en mujeres en edad reproductiva. Además, apunta a la necesidad de mejorar las políticas de prevención del suicidio y añade datos concretos al debate ético sobre el acceso al aborto.
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