Un grupo de científicos, liderados por Ruth Mueller, están modificando genéticamente mosquitos en un laboratorio de alta seguridad. El objetivo es que los insectos ayuden a eliminar algunas de las enfermedades que transmiten y afectan a comunidades de todo el mundo.
Los mosquitos se modifican para ser incapaces de transmitir un virus en particular y luego se usan para reemplazar la población existente de insectos durante varias generaciones. De este modo, los genes deseados se transmiten a toda su descendencia.
La idea ha generado controversia porque se enfrenta a los fundamentos de la Naturaleza, pero está siendo considerada por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esta prueba en particular ha entrado en una nueva fase, según informan en NPR, con un lanzamiento a gran escala de insectos modificados genéticamente dentro de una instalación en Terni, Italia.
Usando la técnica de edición CRISPR, se ha alterado un gen conocido como «doublesex». El gen modifica a los mosquitos hembra, quitándoles la capacidad de picar y volviéndolas infértiles.
En este momento, los insectos se están analizando en jaulas diseñadas para reproducir sus entornos naturales, con aire caliente y húmedo, y lugares para refugiarse. Las luces artificiales se utilizan para simular el amanecer y el atardecer.
La idea es ver si los mosquitos con el “nuevo” código genético pueden eliminar a los insectos no modificados en este entorno artificial. Algo que ya se ha estudiado previamente.
En última instancia, estos mosquitos podrían liberarse en áreas afectadas por la malaria, lo que provocaría que la población local se redujera y se salvaran vidas humanas. La enfermedad es responsable de más de 400.000 muertes cada año, en su mayoría niños pequeños.
Reducir esas cifras parece una buena idea, entonces ¿por qué la controversia? Muchos científicos exigen precaución cuando se trata de alterar el código genético a este nivel: no sabemos qué impacto tendrán estos mosquitos editados genéticamente en el mundo que los rodea.
Por esa razón, el laboratorio ha sido diseñado para minimizar cualquier posibilidad de que los mosquitos puedan escapar y su ubicación, en Italia, garantiza que los mosquitos del estudio, Anopheles gambiae, no podrían sobrevivir debido al clima.
Juan Scaliter