El origen de la vida, el de la peste negra, la herencia genética, la evolución… Estas son algunas de las preguntas que durante siglos inquietaron a la humanidad, pero las hemos respondido. Aún así, nuestro conocimiento no ha avanzado tanto como para despejar todas las incógnitas y hay respuestas que todavía se nos resisten. Estas son algunas de ellas.
¿Cuánto viven los protones?
La que es considerada como la Biblia» de la física fundamental, The Review of Particle Physics, dedica varias páginas a las formas en que un protón podría decaer o desintegrarse. Cada uno de estas posibilidades tiene un tiempo estimado. Y, como mínimo, estamos hablando de una vez cada 5,9 x 1030 años, es decir, mucho, pero mucho más que la edad del Universo. Y eso solo si es que los protones se desintegran, porque la claves es “las forman en que un protón podría decaer”. La realidad es que se trata de una teoría, pero hasta el momento, la desintegración de protones ni ha sido observada, ni hay evidencia de que exista. Por lo tanto podríamos estar hablando de la partícula inmortal.
Cómo sostiene el equilibrio una bicicleta
Es cierto, parece una pregunta fácil, pero la realidad es que no lo es. Seguro que has visto muchas veces como una bicicleta, sin un humano a bordo, mantiene el equilibrio girando el manubrio hacia el lado opuesto al que se está cayendo. Por lo tanto, si la velocidad no fuese un obstáculo, si fuese estable, la bicicleta no caería. Esta propiedad es conocida como autoestabilidad, pero es lo más lejos que hemos llegado para explicar cómo diablos una bicicleta por sí misma, no cae.
¿Qué hubo antes del Big Bang?
Aquí tenemos uno de los grandes problemas de la física, el que impidió conciliar el sueño a Stephen Hawking y a Albert Einstein entre otros. Nuestro conocimiento nos permite retroceder hasta el infinitesimal momento del Big Bang, una explosión que generó toda la materia actual y estaba condensada en un espacio mínimo. A partir de ese momento comenzó la expansión del universo. Y el espacio. Y el tiempo. Pero no podemos ir más atrás. ¿Por qué? Nuestra comprensión del espacio-tiempo y de la gravedad está basada en las ecuaciones de la relatividad general de Einstein, mientras que las condiciones extremas del universo primigenio solo pueden ser descritas mediante la mecánica cuántica. La unión de ambos mundos, la famosa teoría del todo, es lo que aún no logramos elaborar. Las reglas que se aplican en uno no sirven en la otra. Y viceversa.
De acuerdo con una de las últimas teorías, “el universo primordial no era del todo uniforme. Hubo pequeñas irregularidades en la densidad, en escalas minúsculas, que se convirtieron en las semillas de la estructura a gran escala observada en el universo actual. Esta es la principal fuente de información en la que se basan los físicos para comprender lo que sucedió antes del Big Bang”, señalan los autores. El problema, como ellos mismos explican es que “aún falta información”.
La biología, ¿es igual de universal que la química o la física?
Sabemos qué leyes obedecen las estrellas y los exoplanetas que se encuentran a millones de años luz de la Tierra. Comprendemos la química de los anillos de Saturno y de la cola de los cometas, porque todo obedece a las mismas leyes de la física y de la química que conocemos en la Tierra. Pero, ¿ocurre lo mismo con la biología? Si hay vida en otra parte del universo, ¿se basará en las mismas moléculas?
¿Son posibles los viajes en el tiempo?
En la ciencia ficción es uno de los recursos más utilizados y en el imaginario popular uno de los sueños más frecuentes. Las opciones teóricas son varias: agujeros de gusano (básicamente atajos en el sistema espacio/tiempo) o viajar a la velocidad de la luz, lo que provocaría que el tiempo fuera más lento. Lo mismo ocurre con los agujeros negros cuya atracción gravitatoria es tan grande que también ralentizan el tiempo. Pero aún nadie ha navegado en el interior de un agujero negro, ni ha viajado más rápido que la luz o atravesado un agujero de gusano. La física nos indica que la teoría es correcta, pero…
Juan Scaliter