La investigadora Astrid Linder ha creado el primer dummy femenino de la historia para evaluar, en caso de un accidente automovilístico, los daños en las mujeres. Sus trabajos han merecido la atención del Women’s World Car of the Year, que le ha entregado el premio WOW 2032 (Woman of Worth).

La investigadora en seguridad vial Astrid Linder trabaja en el VTI, el Instituto Nacional Sueco de Investigación de Carreteras y Transportes. Linder ha recibido de manos de Mia Liström, jurada del Women’s World Car of the Year en Suecia, el premio WOW (Woman of Worth) por su trabajo en el desarrollo de un dummy femenino. Con este galardón, el Women’s World Car of the Year premia la labor de mujeres profesionales que han destacado por su trabajo en el mundo del automóvil.

Astrid Linder también es profesora adjunta en Chalmers University, Suecia. Su trabajo se centra en la investigación en seguridad de colisiones y biomecánica, con particular atención al desarrollo de maniquís que permitan evaluar el riesgo en caso de accidente. Uno de los objetivos de Astrid es lograr que la protección en caso de accidente se estudie tanto en hombres como en mujeres. Junto con sus colegas del VTI y Mats Svensson, de Chalmers University, han desarrollado el primer maniquí femenino de tamaño medio para pruebas de choque.

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La investigadora Astrid Linder (izq.) junto a Mia Litström, jurada del Women’s World Car of the Year.

¿Cómo empezó su andadura en la seguridad vial?

Estudié ingeniería física en Chalmers University durante los años 90. Tras graduarme, encontré un puesto como estudiante de doctorado en la propia universidad. La tarea consistía en desarrollar el primer maniquí de pruebas de choque del mundo para colisiones a baja velocidad. El objetivo era evaluar la protección frente a daños en los tejidos blandos del cuello, las llamadas lesiones por latigazo cervical. En aquel momento no existía ningún dummy ni pruebas para este tipo de choque, que es el más común y el más incapacitante. Fue un gran proyecto financiado por Vinnova (Agencia Sueca de Innovación). Se desarrolló en colaboración con Volvo, Saab, Autoliv, Folksam y Chalmers. El maniquí creado tenía el tamaño de un hombre medio, porque es el que utilizábamos en ese momento en las pruebas de impacto frontal y lateral. Después trabajé en Australia e Inglaterra.

¿En qué momento surgió la idea de crear un dummy femenino?

Hice una revisión bibliográfica y descubrí que las mujeres tenían más riesgo de sufrir lesiones por latigazo cervical que los hombres. Así que me puse a trabajar para diseñar un modelo que representara a esa parte de la población. Hasta ahora, en los departamentos de investigación, evaluábamos la protección con un modelo de un hombre medio. Eso está muy bien, pero la realidad es que, hoy en día, no podemos calibrar hasta qué punto los coches protegen también a las mujeres. Debemos tener en cuenta que la morfología de cada género es diferente: la estructura ósea, los órganos, las partes blandas… Todo esto es importante a la hora de evaluar la protección contra lesiones en caso de un impacto trasero a baja velocidad. La geometría de la parte superior del cuerpo es diferente. La anchura de los hombros en las mujeres es menor y el centro de gravedad del torso está más bajo.

¿Existe la posibilidad de evaluar los sistemas de seguridad de un coche nuevo de forma general para toda la población adulta?

Generalmente, la evaluación de la seguridad en caso de colisión se realiza utilizando un dummy de hombre medio (geometría, peso y altura). Para valorar el riesgo en niños, disponemos de maniquíes infantiles de muchos tamaños diferentes. Volvo también ha realizado pruebas para estudiar cómo proteger al feto en caso de accidente, pero sin emplear un dummy con la morfología femenina media.

¿Cómo desarrolla su trabajo?

Para mí son muy importantes las estadísticas de lesiones. Nos permiten una base de datos interesantísima para saber qué hay que desarrollar. Nos ayudan a identificar cuáles de todas las innovaciones ofrecen la mejor protección a toda la población. Llevamos ya más de 20 años trabajando en ello.

¿Qué contratiempos ha encontrado a lo largo de los años?

Lo más difícil ha sido encontrar financiación para la investigación. Mi objetivo es que las futuras pruebas de choque se realicen con dummys que representen tanto a la parte femenina como masculina de la población. Solo así podremos ofrecer al conjunto de la sociedad la mejor protección en caso de choque. Pero llegar hasta ahí requiere más trabajo. Por ejemplo, la normativa europea dice que en las pruebas de choque se utilice un maniquí que represente a un varón de tipo medio. Mientras la normativa no se modifique, nada cambiará. Los fabricantes de coches se ajustan a ley. No se les puede exigir nada más.  Por eso es necesario, entre otras cosas, cooperación, conocimiento y voluntad de todos los protagonistas implicados en este proceso.

Es difícil conseguir ese objetivo

Es importante a quién votamos y con qué nos implicamos porque eso afecta al desarrollo de la normativa. En cuanto a la dificultad, tenemos hitos que, a pesar de su complejidad, se han alcanzado. Elaborar una vacuna contra el coronavirus, por ejemplo, en principio era mucho más difícil que desarrollar un dummy femenino. Sin embargo, se logró en poco tiempo porque entonces hubo voluntad y decisión política. En el tema de la seguridad vial, ya en 2012, junto con Volvo, Chalmers y otros socios europeos, produjimos un modelo matemático de dummy femenino con el que era posible realizar pruebas virtuales. En su momento, no pasó de esa fase porque se consideró que era demasiado caro producirlo. Finalmente, conseguimos financiación de la Unión Europea y ahora, además del modelo matemático, tenemos otro físico.

¿Cómo es para Astrid Linder un día normal de trabajo?

Durante casi 14 años he tenido responsabilidades de dirección, con todo lo que eso supone de gestión. Hoy ya no desarrollo ese papel. Actualmente, trabajo como profesora en el VTI, el Instituto Nacional Sueco de Investigación de Carreteras y Transportes, presido reuniones, gestiono solicitudes de financiación de proyectos con diversos socios y presento los resultados de la investigación en todo el mundo. Gracias a un reportaje sobre el dummy femenino que hizo la BBC tengo bastante contacto con la prensa y los periodistas. Es muy alentador. También leo, escribo muchos artículos y doy conferencias.

¿Le gusta conducir?

Mucho. Conduzco un Saab 9-5 con caja de cambios manual. Disfruto mucho con ese coche, me ofrece mucho placer de conducción. Me gusta cómo responde y eso es importante para mí. Aún no he encontrado un buen sustituto para él. Hay muy buenos sistemas de asistencia en los vehículos modernos, pero no hay nada que me haya atraído económicamente. Me saqué el carné de conducir en Estocolmo a los 18 años y desde entonces siempre he disfrutado del volante. Pero también me gusta ir en tren, en autobús y en bicicleta.

¿Qué siente al recibir el premio WOW que entrega el Women’s World Car of the Year?

Me siento muy honrada y feliz de que nuestros proyectos reciban atención y consideración. Es un reconocimiento que evidencia que aunar fuerzas es necesario para marcar la diferencia. En la industria automovilística no hay ningún coche que haya sido construido por una sola persona. Para producir un nuevo modelo hace falta trabajo colectivo e interacción con muchas personas y empresas con talento. Lo mismo pasa en el plano de la seguridad.

¿Cómo ve el futuro?

Mi proyecto de futuro pasa por mejorar la seguridad vial entre todos. En 2030 debemos ser capaces de evaluar de forma inclusiva los riesgos en caso de accidente, tanto de mujeres como de hombres.

Ojalá que el deseo de Astrid Linder se haga realidad.