El Peugeot e-308 mantiene el espíritu de vivacidad de los modelos que sacaron a la casa de uno de sus momentos más difíciles
Cuando se lanzó el Peugeot 308, las juradas del Women’s Worldwide Car of the Year le concedieron su máximo galardón, el que reconoce a un automóvil como el mejor del mundo. Se convirtió así en el Supreme Winner de esta organización, la única en todo el planeta compuesta por mujeres periodistas del motor. Era el año 2022 y este compacto llegaba al mercado con diferentes versiones electrificadas porque Peugeot, como el resto de los fabricantes, está haciendo los deberes que manda la Unión Europea y dejará de producir coches con motor de combustión en 2035. Esta versión 100% eléctrica del 308 es una prueba de ello.
Se trata el Peugeot e-308 de un vehículo compacto de 4,36 metros de longitud y 156 caballos de potencia, con una batería de 54 kWh de capacidad. La autonomía alcanza los 413 km según datos oficiales. La realidad luego difiere de esta cifra y depende de cómo se conduzca. En nuestro caso, nos dio un consumo de 17,1 kWh a los 100 en uso combinado, una cifra que no está mal, pero que deja el rango de utilización en 315 teóricos si consumiéramos toda la batería. Pero como eso no solo es sancionable con multas que pueden llegar a los 200 euros sino que además conlleva la necesidad de trasladar el coche en una grúa hasta un punto de carga, lo razonable es hablar de 260 km de autonomía dejando un 20% de kWh de reserva.
Las cifras no coinciden
La cuestión de las autonomías es una de las que más recelo genera en los conductores porque raramente los datos oficiales de la marca coinciden con los reales. Pero, ¿es que no pasa lo mismo con las cifras que ofrecen los modelos de motor de combustión? En ambos casos las mediciones se realizan en condiciones óptimas de utilización, algo que difícilmente se da en la vida real.
El Peugeot e-308, pues, es igual de honesto o mentiroso que el resto de los coches eléctricos o de combustión. En él destaca una aceleración de 9,9 s en el 0-100, un dato lo suficientemente significativo como para darse cuenta de que reacciona con rapidez a la hora de adelantar o salir de un semáforo. Antes llamaban reprís a este comportamiento, ahora kilovatios.
La misma cautela que a la hora de valorar los consumos hay que tener cuando se habla de los tiempos de carga. Todo depende de la potencia del cargador. Peugeot dice que en apenas 25 minutos el e-308 logra llenar del 20 al 80% de la batería en una electrolinera de 100 kW. No está nada mal. La cuestión es que la mayoría de los puntos disponibles en España son de 50 kWh, lo que aumenta el tiempo al doble. La situación es diferente en un domicilio particular porque ahí las potencias contratadas suelen ser muy inferiores, entre 3,5 y 5,7 kW.
Pisa con garbo
Lleva las baterías bajo el suelo del coche y esto lo hace ligeramente diferente respecto a los modelos de combustión a la hora de conducirlo. ¿Peor, mejor? Sencillamente diferente. Hay que olvidarse ya del reparto de pesos de los coches de gasolina y diésel porque en los eléctricos, por regla general, va todo abajo. La consecuencia es aplomo y estabilidad, algo a lo que se suma el trabajo que han hecho los ingenieros de la casa en materia de suspensiones. No es balde Peugeot es la niña bonita de Stellantis y, aunque el e-308 esté montado sobre la misma plataforma de otros modelos del grupo como el Opel Astra, el mimo, la puesta a punto y la precisión que han puesto en este modelo marca la diferencia.
Hay que olvidarse ya del reparto de pesos de los coches de gasolina y diésel porque en los eléctricos, por regla general, va todo abajo
Y la viene marcando desde que en los años 80, el fabricante viviera uno de los momentos más difíciles de su historia. Con modelos toscos y anticuados, incapaces de competir con la avalancha de los coches japoneses, Peugeot se enfrentó entonces a una crisis financiera de gran calado. Renovarse o morir fue el mantra y en un ejercicio de osadía lanzaron el Peugeot 205, un modelo que rompía radicalmente con todo lo precedente en la casa. Entonces, Peugeot militaba de forma individual en el mercado. Dieron en la diana. El Peugeot 205 fue un éxito y permitió a la marca no solo salir de la crisis financiera, sino comprar Citroën. Ambas forman parte en la actualidad del grupo automotriz Stellantis.
El momento de la lógica
Hoy, el Peugeot e-308 hereda aquel espíritu, el alma del coche rápido, divertido que reniega de la falta de aerodinámica de los SUV y apuesta por carrocería de cinco puertas y Station Wagon de corte más familiar e inspirada en los shooting brake. El anglicismo empezó a utilizarse a principios del siglo XIX para identificar a los carros tirados por caballos que transportaban material de caza. Eran vehículos rápidos con un espacio habilitado en la parte trasera para poder llevar las armas y las piezas cobradas.
Cuando la altura no es una cualidad
El Peugeot e-308 es un representante de esa filosofía que nos recuerda que ser alto no siempre es bueno. Penaliza la penetración en el aire, favorece consumos más altos y acusa más las inercias. Por eso la altura máxima del e-308 es de 1,44 m, no tan baja como la de un roadster pero sí inferior a la de un SUV. Lo malo es que el Peugeot e-308 tiene un enemigo a bordo: la ergonomía del puesto de conducción. Lo llaman i-copckit y consiste, básicamente, en un conjunto formado por asientos deportivos que recogen bien y un volante cuadrado inspirado en el mundo de la competición. Tras él, hay un cuadro de instrumentación en 3D que no se llega a ver bien porque lo oculta el volante. Es decir, los tres ingredientes–asientos, volante y cuadro de instrumentación– están bien resueltos, pero la combinación entre ellos no termina de encajar. Y es una pena porque esto es lo único punto que le falla a este bombón para ser perfecto perfecto.