El 20 de julio de 1969 a las 1:46 p.m., Neil Armstrong y Buzz Aldrin separaron la nave de alunizaje del Eagle del módulo del Apolo 11. Michael Collins se quedó atrás, estaba a tres kilómetros de sus colegas, y a 250.000 kilómetros de la humanidad. Se hallaba completamente solo.

«Sigan hablándome, muchachos», dijo Collins por radio a sus compañeros mientras observaba que su cápsula de desembarco se hacía cada vez más pequeña.

A las 3:08 p.m., Armstrong y Aldrin arrancaron el motor de descenso del módulo. Así se preparaban para aterrizar en la Luna por primera vez. Collins, solo, observó cómo bajaban hacia la superficie grisácea y calcárea. Él fue el encargado de enviar por radio el primer informe del descenso: «Todo va a la perfección. ¡Hermoso!».

Apollo 11 Astronauts Smiling

Neil Armstrong, Michael Collins y Buzz Aldrin sonríen a través de la ventana de sus cuartos de aislamiento a bordo del Hornet. Era 24 de julio, solo unos días después de que Armstrong y Aldrin caminasen sobre la Luna mientras Collins se quedaba atrás, orbitando completamente solo.
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A las 10:56 p.m., Armstrong colocó su pie izquierdo en la Luna para convertirse en el primer ser humano capaz de pisar el espacio exterior. Aldrin tomó fotos de la nave espacial y luego inició su propia caminata lunar. Una hora más tarde, plantaron la bandera estadounidense en la superficie de la luna y Richard Nixon les llamó para decir: «Neil y Buzz, os estoy hablando desde la Sala Oval en la Casa Blanca. Y esta sin duda tiene que ser la llamada telefónica más histórica que se ha hecho desde aquí. Para todo estadounidense, este debe ser el día de nuestra vida que más orgullo vamos a sentir».

The Apollo 10 Command Module, 1969.

El módulo de Collins orbita el otro lado de la Luna en la misión Apolo 11.
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Mientras sus colegas hablaban con el presidente, Collins estaba sentado en su módulo, rodeando la Luna. Cuando la nave espacial se escondió detrás del satélite durante 47 minutos seguidos, perdió todas las transmisiones de radio. Estaba más solo que nunca.

Cuando Armstrong dijo esta legendaria frase: «Un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la humanidad», Collins lo echó de menos. “Ahora estoy solo, verdaderamente solo y absolutamente aislado de cualquier vida conocida. Lo estoy”, advirtió Collins más tarde.

Apollo 11 astronaut Michael Collins, 1969.

Collins permaneció en el módulo mientras Neil Armstrong y Buzz Aldrin caminaban sobre la Luna.
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Hace 50 años de esta misión histórica, pero Armstrong y Aldrin siguen siendo personajes ilustres. Collins, muy crítico con la misión, siempre evitó los focos. A lo largo de los años sorteó la mayoría de las solicitudes de los medios, aunque para este aniversario (el del aterrizaje lunar del Apolo 11) ha sido más accesible y ha concedido varias entrevistas.

En la conmemoración de los 40 años, Collins rechazó todas las entrevistas y en su lugar hizo una declaración (a través de la NASA) en la que criticó la obsesión de la cultura occidental por la fama y el heroísmo.

«¿Famosos? Qué tontería, qué concepto vacío para una persona, como dijo mi amigo el gran historiador Daniel Boorstin, ‘conocido por su notoriedad’. Cuántos inquilinos, cuántos viajes a rehabilitación. Tal vez, podrías ser arrestado y entonces te tendrían en cuenta», dijo. «No me hagas empezar.»

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Neil Armstrong, Michael Collins y Buzz Aldrin conversan en Houston en marzo de 1969, cuatro meses antes de su misión a la Luna.
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Sus compañeros, Aldrin y Armstrong, trataron la fama de manera muy diferente, pero esta causó estragos en sus vidas. Armstrong pasó décadas evitando (desesperadamente) el reconocimiento. «Neil era el tipo de persona que no quería nada de eso. No quería ser una celebridad. No quería ser el centro de atención. Intentó llevar una vida normal, aparte de ser un solitario», dijo el biógrafo James Hansen. Con el tiempo, el matrimonio de Armstrong se vino abajo. Aldrin, quien estaba más ansioso por atraer la atención, sufrió depresión y adicción al alcohol. Además, se divorció dos veces solo en la década de 1970.

Ahora, con cinco décadas de retrospectiva, parece que Collins pudo, de hecho, tener la mejor vista de la Luna.


Collins, hijo de un general del ejército, se unió a la Fuerza Aérea de los Estados Unidos después de graduarse en la Academia Militar en West Point. Más tarde se convirtió en piloto de combate, se inscribió en el programa espacial y en 1963 formó parte de la tercera generación de astronautas. Su primera misión fue Géminis 10, una nave espacial que orbitaba alrededor de la Tierra. Apolo 11, con destino a la Luna, fue su segunda.

En los meses previos al Apolo 11, Collins no habló con su esposa, Pat, sobre el peligro de la misión. Él, en privado, estimó su probabilidad de supervivencia en un 50/50. Pero el gran temor de Collin era que él fuera el único en salir con vida de esa misión.

The Collins's Eat Breakfast

Collins y su mujer Pat en marzo de 1969.
Ralph Morse

«Mi mayor miedo durante los últimos seis meses ha sido dejarlos en la Luna y regresar solo a la Tierra«, escribió Collins. «Si no logran salir de la superficie, o chocan contra ella, no voy a suicidarme; volveré a casa de inmediato, pero seré un hombre marcado de por vida y lo sé».

Cuando Aldrin y Armstrong regresaron al módulo justo después de la 1 de la madrugada del 21 de julio, Collins se sintió tan aliviado al ver a sus colegas que amagó con besar a Aldrin en la frente. «Decidí que tal vez no, no creo que a los libros de historia les guste eso», dijo Collins a Time.

Se estima que entre 125 y 150 millones de estadounidenses vieron el alunizaje el 20 de julio. Y el 24 de julio, los tres astronautas regresaron a la Tierra siendo recibidos como auténticos héroes.

«Cuando volvimos de la Luna, ninguno de nosotros estaba preparado para la adulación que vino después», dijo más tarde Aldrin. «Éramos ingenieros, científicos, pilotos de combate que eran venerados como estrellas de cine, y fue demasiado para la mayoría de nosotros, sin duda para mí».

Aldrin luchó contra la depresión y la adicción al alcohol después de su regreso del espacio. En la década de 1970, sufrió dos divorcios, perdió su fortuna y terminó trabajando en un concesionario de Cadillac en Beverly Hills. Finalmente aceptó su papel en la cultura pop, haciendo apariciones en The Big Bang Theory y Dancing With the Stars.

Apollo 11 astronauts, 1969.

Neil Armstrong, a la derecha, y Michael Collins, a la izquierda, caminan por un pasillo hasta la prueba de lanzamiento del Apollo 11, el 15 de abril de 1969.
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Armstrong se retiró de la NASA un año después del Apolo 11 y se convirtió en profesor en la Universidad de Cincinnati. Según su biógrafo, su matrimonio desfalleció con la muerte de su hija. Él siempre evitó hablar sobre su etapa en la NASA, según los informes, y se mostró protector con el uso de su imagen. Es más, se puso furioso cuando un peluquero guardó hebras de su cabello para venderlas por miles de dólares, informó The Telegraph. Armstrong murió en 2012 a los 82 años.

Collins abandonó la NASA, poco después del Apolo 11, para centrarse en la política en D.C. como Subsecretario de Estado para Asuntos Públicos en 1970. Más tarde se convirtió en director y luego en subsecretario en el Museo Smithsonian, y eventualmente comenzó su propia consultoría aeroespacial.

Después de su regreso del Apolo 11, una de sus preguntas más frecuentes fue: «Dios, te acercaste tanto a la Luna y no aterrizaste. ¿Eso no te molesta?».

Obama Meets With Apollo 11 Astronauts In The White House

Aldrin, Collins, and Armstrong con Barack Obama en 2009.
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«Realmente no es así. Me sentí un privilegiado por estar en el Apolo 11, por tener uno de esos tres asientos», aclaró Collins. «¿Tenía el mejor de los tres? No. Pero me agradó el que tuve. Además, no tengo sentimientos de frustración o rencor. Estoy muy feliz por todo esto».

Collins asegura que ha recibido «muchísimos» elogios por su papel en esta misión. Pero nunca tuvo el mismo reconocimiento que Aldrin y Armstrong. Casi mejor, porque Collins y su esposa Pat permanecieron casados ​​hasta su muerte en 2014, y la pareja tuvo tres hijos. En 2009, Collins confesó sus actividades cotidianas: “Correr, montar en bicicleta, nadar, pescar, pintar, cocinar, leer, preocuparse por el mercado de valores, buscar una botella realmente buena de Cabernet por menos de diez dólares”.

Cuando es entrevistado, todavía habla apasionadamente sobre el tema del espacio, especialmente sobre Marte.

“Siempre bromeaba al decir que me habían enviado al lugar equivocado. La Luna es mucho menos interesante que Marte «, dijo a Space.com en abril. «Si pudiera reescribir la historia, preferiría estar en la primera tripulación de Marte».

Sin embargo, tiene dudas de que Donald Trump nos lleve allí. Según dijo a CNN a principios de este año, «no creo que sea consciente de la importancia de Marte. Tal vez no entiende que hay un planeta llamado Marte».

Kate Storey