Transformar la agricultura de fuente a sumidero de carbono es una de las tareas más importantes en la lucha contra el cambio climático
Podríamos pensar fácilmente que la industria emite CO2 y otros gases de efecto invernadero, mientras que las plantas absorben CO2, pero esto no se cumple en el caso de las plantas cultivadas para alimentarnos.
El sistema alimentario es una de las fuentes más importantes de emisiones de gases de efecto invernadero del planeta, por lo que la reducción de emisiones en este sector es una prioridad para los responsables políticos de todo el mundo. Los investigadores del IIASA (Instituto Internacional de Análisis de Sistemas Aplicados) estudiaron el potencial de la captura de carbono en tierras agrícolas para combatir el cambio climático, ofreciendo información sobre sus efectos económicos y su potencial de mitigación del cambio climático.
El CO2, fuera de la atmósfera, dentro del suelo
El secuestro de carbono en tierras agrícolas se refiere al proceso de capturar y almacenar dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera en el suelo y las plantas de las explotaciones. Según los autores de un nuevo estudio del IIASA que acaba de publicarse en Nature Food, estas prácticas encierran un gran potencial para reducir el calentamiento global y, al mismo tiempo, los costes de mitigación en toda la economía.
«Nos propusimos evaluar opciones novedosas de secuestro de carbono en tierras agrícolas y su dinámica en un modelo económico. Hasta la fecha, estas opciones sólo se habían evaluado en estudios de ingeniería ascendentes y, por tanto, no se habían tenido en cuenta en las vías de estabilización climática basadas en modelos de evaluación integrados que sustentan los capítulos prospectivos de los informes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC)», explica el autor principal, Stefan Frank, investigador principal del Grupo de Investigación sobre Futuros Integrados de la Biosfera del Programa de Biodiversidad y Recursos Naturales del IIASA. «Dadas las interrelaciones entre las opciones de mitigación, los sectores económicos y las regiones del mundo, las evaluaciones económicas integradas como la nuestra pueden aportar información valiosa sobre los efectos de estas opciones en todo el sistema».
Árboles junto a cultivos y pastos
Para ayudar a absorber el dióxido de carbono del aire y almacenarlo en el suelo o en las plantas de sus explotaciones, los agricultores pueden, por ejemplo, utilizar técnicas como la plantación de cultivos de cobertura, el uso de biocarbón (un tipo de carbón vegetal fabricado a partir de residuos orgánicos) o la práctica de la agrosilvicultura (plantación de árboles junto a cultivos o pastos), convirtiendo así sus tierras agrícolas en un sumidero de carbono.
Pero, ¿por qué es importante? Los resultados del estudio indican que, de aquí a 2050, estas prácticas agrícolas podrían reducir las emisiones de gases de efecto invernadero tanto como la plantación de nuevos bosques, sobre todo en regiones como el África subsahariana y Sudamérica. El secuestro de carbono en las tierras agrícolas no sólo es importante para los esfuerzos de mitigación del cambio climático, sino que también puede mejorar la productividad agrícola y la resiliencia al cambio climático, y podría ayudar a los sectores agrícola, forestal y de uso de la tierra a alcanzar las emisiones netas cero a nivel mundial para 2050 a un coste de entre 80 y 120 dólares por tonelada de CO2 equivalente.
«Estos esfuerzos no sólo reducirían los costes globales de reducción de emisiones en toda la economía en comparación con un escenario de 1,5°C sin prácticas agrícolas de secuestro de carbono, sino que también reducirían las pérdidas de producción económica mundial en un 0,6% a mediados de siglo en un escenario de estabilización climática que pretenda limitar el calentamiento a 1,5°C», señala Andrey Lessa Derci Augustynczik, coautor del estudio e investigador asociado al mismo programa en el IIASA. «Además, los agricultores podrían obtener ingresos sustanciales de estas actividades -hasta 235.000 millones de dólares en 2050- si recibieran incentivos financieros por cada tonelada adicional de CO2 almacenada en suelos y biomasa a un precio proyectado de los gases de efecto invernadero de 160 dólares por tonelada de CO2 equivalente en 2050.»
Una inversión necesaria
Los autores destacan que la aplicación de estos cambios requerirá instituciones fuertes y la supervisión de los sistemas a nivel mundial para garantizar que los agricultores adoptan estas prácticas correctamente y reciben una remuneración justa por sus esfuerzos.
«A pesar del gran potencial de mitigación a un coste bastante bajo, los potenciales de secuestro de carbono agrícola se localizan principalmente en el Sur Global, lo que justifica la cautela ya que existen varias barreras estructurales, institucionales o sociales. Para liberar estos potenciales y contribuir de forma significativa a los ambiciosos esfuerzos de estabilización climática, es preciso desplegar a corto plazo instituciones y sistemas de seguimiento muy eficientes y poner en marcha rápidamente los incentivos políticos necesarios», concluye Frank.
REFERENCIA
Enhancing Agricultural Carbon Sinks Provides Benefits for Farmers and Climate