Podemos pensar que si nuestra pareja recibe más atención, sentiremos más deseo por ella, pero en realidad es al revés en las relaciones establecidas

Imagina esto: estás en un bar y alguien empieza a coquetear descaradamente con tu pareja, aunque ella no devuelve el flirteo. A medida que la escena se desarrolla, tus instintos más básicos entran en acción: enfado, ira, celos, seguidos de un mayor deseo sexual por tu pareja. Estás listo para reclamar una atención que debería ser tuya, ¿verdad?

No necesariamente, según un nuevo estudio publicado en la revista Journal of Sex Research por investigadores de la Universidad Reichman de Herzliya (Israel) y la Universidad de Rochester (EE.UU.). En lugar de eso, los investigadores descubrieron un giro sorprendente: a pesar de que tu pareja no correspondía a los avances de la otra persona, tu propia atracción hacia ella empieza a decaer, y tu deseo de seguir invirtiendo en esa relación disminuye.

A primera vista, la reacción parece paradójica, señala la autora principal del estudio, Gurit Birnbaum, profesora de psicología de la Universidad Reichman. Numerosas investigaciones anteriores han demostrado que, cuando buscamos pareja, solemos basarnos en pistas sociales. Una de ellas, la copia de la elección de pareja, se da tanto en humanos como en animales. Se trata de un atajo para identificar parejas deseables: ver a otros interesados en una pareja potencial hace que esa persona parezca más atractiva y deseable. Pero la fórmula simplificada de «más atención equivale a más deseo» no parece aplicarse a las relaciones ya establecidas.

El problema es que, una vez que hemos establecido una relación, nos empieza a preocupar lo que se denomina «caza de la pareja», es decir, la idea de que un competidor pueda atraer a nuestra pareja», explica el coautor Harry Reis, profesor del Departamento de Psicología de Rochester y Catedrático de la Universidad.

Mientras que el grueso de las investigaciones anteriores se ha centrado en la fase inicial de la selección de pareja y el inicio de nuevas relaciones, este último estudio analiza los efectos del flirteo no solicitado en una relación ya establecida.

Provocar celos es contraproducente

La investigación ha demostrado que las personas tienden a utilizar una mezcla de enfoques positivos y negativos para mantener cerca a sus parejas. Hacer regalos y pasar tiempo juntos son ejemplos de tácticas positivas, dice Birnbaum, mientras que controlar el tiempo de la pareja es un enfoque negativo.

«Aunque algunos pueden intentar poner celosa a su pareja buscando la atención de otros, posiblemente para sentirse más deseados o seguros, nuestra investigación demuestra que esta táctica suele ser contraproducente».

Lo que ocurre después es importante.

«Cuando la probabilidad de que la pareja se sienta atraída por otra persona se percibe como alta, como cuando recibe atención de otros, la gente tiende a abandonar las tácticas positivas», dice Birnbaum.

De hecho, el miedo a perder a la pareja puede desencadenar una cascada de reacciones defensivas diseñadas para protegernos del daño, como el distanciamiento emocional y la retirada de la inversión en la relación, con la esperanza de suavizar el golpe si se materializan nuestros temores.

Estas respuestas defensivas de distanciamiento, dice Birnbaum, están diseñadas para evitar un «posible golpe a la propia autoestima por el rechazo, en lugar de arriesgarnos a seguir apegados a una pareja cuyo compromiso podría verse comprometido por pretendientes rivales».

Tres experimentos que ponen a prueba el flirteo no solicitado

El equipo puso a prueba las reacciones de los participantes israelíes en tres experimentos distintos, utilizando técnicas de visualización, realidad virtual y recuerdo.

Los participantes en los tres estudios mantenían relaciones monógamas mixtas de al menos cuatro meses. Se les expuso a situaciones en las que sus parejas reales recibían insinuaciones de coqueteo no solicitadas. En los tres experimentos se utilizaron grupos de control en los que las parejas de los participantes se enfrentaban a una interacción neutra con otra persona. A continuación, los participantes valoraron el deseo sexual que sentían por su pareja, su interés por disuadir a posibles rivales y sus propios esfuerzos por mantener la relación expresados, por ejemplo, en el amable acto de hacerse cargo de una tarea para su pareja.

En el primer experimento, se pidió a 244 participantes (126 mujeres y 118 hombres) que imaginaran un escenario en el que otra persona mostraba interés por su pareja (sin reciprocidad por parte de ésta) o interactuaba de forma neutral (para el grupo de control). A continuación, se pidió a los participantes que describieran una fantasía sexual con su pareja en un formato narrativo. Evaluadores independientes codificaron estas fantasías en función de las expresiones de deseo hacia la pareja y del grado en que los participantes priorizaban el placer de su pareja sobre sus propios deseos sexuales. El equipo consideró los valores más bajos como signos de distanciamiento defensivo y desvinculación sexual.

En el segundo experimento, los investigadores utilizaron la realidad virtual para crear un entorno realista pero controlado en el que estudiar las reacciones de los participantes ante una atención no deseada hacia sus parejas románticas. Para ello, 132 estudiantes universitarios (66 mujeres y 66 hombres) se colocaron auriculares de RV y se trasladaron a un bullicioso bar donde observaron a sus parejas reales interactuar con un desconocido virtual, que coqueteaba con su pareja o permanecía neutral. Gracias a la RV, el equipo pudo crear un entorno seguro para estudiar las emociones tan reales de los celos y la posesividad, sin riesgo de que los participantes en el estudio llegaran a las manos o provocaran una pelea en el bar.

En el tercer experimento, se pidió a 190 participantes (101 mujeres y 89 hombres) que recordaran y describieran un episodio pasado de su relación en el que alguien hubiera expresado un interés no correspondido por su pareja o hubiera interactuado con ella de forma neutra.

El equipo descubrió que los participantes en el estudio reaccionaban a las muestras de interés de un extraño por su pareja sintiendo menos deseo por ella, un menor interés por invertir en la relación y un mayor interés por frustrar a posibles rivales.

Coquetea por tu cuenta y riesgo

¿La mayor enseñanza del estudio para tu vida romántica diaria? «No coquetees con otros si quieres que tu pareja sea feliz contigo», dice Reis.

«Aunque algunos intentan poner celosa a su pareja buscando la atención de los demás, posiblemente para sentirse más deseados o seguros, nuestra investigación demuestra que esta táctica suele ser contraproducente», se hace eco Birnbaum. «En lugar de fortalecer la relación, puede dañar la misma conexión que pretende mejorar».

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