Un nuevo estudio prevé un fuerte aumento de la mortalidad relacionada con la temperatura y la contaminación, con un impacto de la temperatura superior al de la contaminación para una quinta parte de la población mundial
Los investigadores basan sus cálculos en proyecciones de 2000 a 2090, analizadas en intervalos de diez años. «En 2000, alrededor de 1,6 millones de personas morían cada año debido a temperaturas extremas, tanto de frío como de calor. A finales de siglo, en el escenario más probable, esta cifra ascenderá a 10,8 millones, es decir, se multiplicará por siete. En cuanto a la contaminación atmosférica, las muertes anuales en 2000 fueron de unos 4,1 millones. A finales de siglo, esta cifra se elevará a 19,5 millones, es decir, se quintuplicará», explica el Dr. Andrea Pozzer, jefe de grupo del Instituto Max Planck de Química de Maguncia y profesor asociado adjunto del Instituto Chipriota de Nicosia (Chipre).
El estudio muestra importantes diferencias regionales en las futuras tasas de mortalidad. Se prevé que el sur y el este de Asia sufran los mayores aumentos, impulsados por el envejecimiento de la población, y que la contaminación atmosférica siga desempeñando un papel importante. En cambio, en las regiones de renta alta -como Europa Occidental, Norteamérica, Australasia y Asia-Pacífico- se espera que las muertes relacionadas con las temperaturas extremas superen a las causadas por la contaminación atmosférica. En algunos países de estas regiones, como Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Japón y Nueva Zelanda, este cambio ya se está produciendo. Es probable que la disparidad aumente, y que las temperaturas extremas se conviertan en un riesgo para la salud más importante que la contaminación atmosférica también en países de Europa Central y Oriental (por ejemplo, Polonia y Rumanía) y partes de Sudamérica (por ejemplo, Argentina y Chile).
Para finales de siglo, se espera que los riesgos para la salud relacionados con la temperatura superen a los vinculados a la contaminación atmosférica para una quinta parte de la población mundial, lo que subraya la urgente necesidad de adoptar medidas integrales para mitigar este creciente riesgo para la salud pública.
«El cambio climático no es sólo un problema medioambiental, sino una amenaza directa para la salud pública», afirma Andrea Pozzer. «Estas conclusiones ponen de relieve la importancia crítica de aplicar ahora medidas decisivas de mitigación para evitar futuras pérdidas de vidas humanas», añade Jean Sciare, director del Centro de Investigación del Clima y la Atmósfera (CARE-C) del Instituto de Chipre, colaborador clave del estudio.
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