Un grupo de investigadores italianos descubre cómo las experiencias pasadas influyen en nuestra respuesta a las emociones ajenas

La empatía es la capacidad de comprender y compartir las emociones de los demás. En términos científicos, implica la activación de ciertas áreas cerebrales que procesan emociones propias y ajenas, moduladas por experiencias pasadas. Estas respuestas se encuentran no solo en humanos, sino también en animales, destacando su importancia evolutiva. Comprender este mecanismo puede ayudar a tratar trastornos psiquiátricos como el TEPT, el autismo y la esquizofrenia, donde esta habilidad está alterada.

Claves desde el cerebro: la empatía y el estrés emocional

Un equipo de científicos del Istituto Italiano di Tecnologia (IIT), liderado por Francesco Papaleo, ha identificado un mecanismo cerebral que regula cómo respondemos a las emociones de otros. Este avance, publicado en Nature Neuroscience, destaca la función de las neuronas que producen el factor liberador de corticotropina (CRF) en la corteza prefrontal.

El estudio muestra que las experiencias emocionales pasadas influyen profundamente en nuestras reacciones empáticas. Por ejemplo, si una persona ha vivido un evento estresante, observar a alguien enfrentando una situación similar puede generar empatía, mejorando la comprensión y la sensibilidad, o, por el contrario, desencadenar un estrés personal que lleve a evitar el contacto.

Papaleo y su equipo demostraron que esta dinámica también ocurre en animales. Cuando un animal recuerda un evento negativo y observa a otro en una situación similar, su reacción depende de la similitud exacta entre ambas experiencias. Esto sugiere que los animales son capaces de identificar estados emocionales específicos y reaccionar sin necesidad de ver el estímulo original que provocó la emoción.

Para llegar a estas conclusiones, los investigadores realizaron pruebas preclínicas y utilizaron técnicas avanzadas para estudiar comportamientos relacionados con la empatía. Descubrieron que un grupo específico de neuronas en la corteza prefrontal, productoras de CRF, actúan como una memoria emocional. Estas células modulan las reacciones a estímulos socioemocionales, vinculando experiencias pasadas con respuestas empáticas presentes.

“Entender con esta precisión los mecanismos cerebrales nos ayuda a clarificar por qué, según la experiencia previa, algunas personas tienden a evitar a otros bajo estrés, mientras que otras se inclinan a ayudar”, explicó Papaleo.

Federica Maltese, autora principal del estudio y ahora investigadora en el Centro Nacional de Investigación (CNR) de Milán, añadió: “Identificar estos mecanismos específicos podría facilitar el desarrollo de terapias dirigidas para mejorar respuestas emocionales alteradas en diversos trastornos psiquiátricos”.

Relevancia para la salud mental

Estos hallazgos tienen implicaciones directas para la comprensión de trastornos como el TEPT, el autismo y la esquizofrenia. En estas condiciones, las respuestas emocionales a los demás suelen estar desajustadas, dificultando la interacción social. Ahora, con el conocimiento de las células CRF en la corteza prefrontal, los investigadores están un paso más cerca de diseñar tratamientos específicos.

La empatía, aunque profundamente humana, se revela como un mecanismo cerebral sofisticado y evolutivamente conservado. Al estudiar su base en animales, este equipo ha arrojado luz sobre las complejas interacciones entre memoria emocional, respuesta al estrés y comportamientos sociales, con el potencial de transformar el enfoque clínico hacia trastornos de la salud mental.

REFERENCIA

Imagen: Neuronas productoras de CRF en el córtex prefrontal observadas con un microscopio de fluorescencia. Crédito: IIT-Istituto Italiano di Tecnologia